"Al principio fue extremadamente difícil acceder a la información de aquellos que estaban implicados con el caso en Filipinas. Unas cuantas personas, vieron la oportunidad de hacer las cosas bien, y nos apoyaron con el alojamiento, los recursos, la información... Los demás se contuvieron, creyendo que no podían ir contra el sistema, contra la policía, contra los carteles de la droga. Rápidamente aprendimos a distinguir entre ambos bandos y también a ser persistentes. Nos llevó muchos años conseguir gente a la que entrevistar, especialmente a policías (que en su mayoría tenían mucho que esconder), pero nunca nos rendimos e intentamos hablar con todo el mundo", cuenta el director.
Collins afirma que grabó más de 50 horas para la elaboración final de la película. "Una de las cosas más impactantes para mí fue comprobar cómo prefirieron creer que este pobre chico era culpable en vez de mover un solo dedo para investigar el caso", dice Collins.
Se trata de la primera película de Michael Collins, que en este caso ejerce las labores de dirección, dirección de fotografía y montaje.
La película se presentó en el Festival de Tribeca donde consiguió tres premios: el Premio Especial del Jurado, el Premio al Mejor Nuevo Director y el Premio de la Audiencia.