El terror español psicotrónico
por Beatriz Martínez'Fuga de cerebros 2' y 'XP3D'. Dos producciones de Antena 3 TV y dos películas destinadas claramente al público adolescente. Una es una comedia, la otra, una cinta de terror. Ambas copian los modelos americanos, pero curiosamente no las tendencias que operan en la actualidad (nada de intentar emular los esquemas y el sentido del humor de la "Nueva Comedia Americana" en el caso de la primera o de impregnar de una cierta visceralidad en la segunda), sino que se dedican a recrear las modas de los noventa, cuando el modelo 'American Pie' arrasaba en taquilla y el cine de miedo se convertía en un festín de sustos hormonados y siliconados. Sin embargo, mientras que a los americanos siempre se les dio bien regodearse en los contornos del exceso sin por ello, en el fondo, perder un ápice de cordura a la hora de dotar a sus productos de una solidez y consistencia que les permitían perdurar en el tiempo, las películas españolas que han intentado amoldarse a sus estilos han terminado convirtiéndose en auténticos disparates de usar y tirar, solo aptos para espectadores adictos al fast-food y perversos fagocitadores de cultura basura.
'XP3D' no es una excepción. Su guion parece hecho por un estudiante de quince años, y solo llega a entenderse tal despropósito si su pretensión es que la película vaya dirigida a esa franja de edad, la realización de Sergi Vizcaíno es ramplona a más no poder y los actores... no dan para mucho más que convertir la película en una función de fin de curso. Sin embargo, resulta curioso observar el gancho en la taquilla que genera este escaparate de estrellas emergentes que causan furor en la chavalería. De la pantalla de televisión a los posters de la extinta "Superpop", los rostros del presente cinematográfico más calientes se crean y se destruyen con una facilidad pasmosa. La mayoría no tiene experiencia en rodajes de cine y eso se nota, aunque no parece importar demasiado para los fans y espectadores potenciales de las películas. Hace unos años, los films que podrían emparentarse con 'XP3D', integraban en sus filas a actores emergentes con potencial interpretativo. Era el caso de 'El arte de morir' (2000), con Fele Martínez, Natalia Verbeke, María Esteve, Elsa Pataky, Lucía Jiménez o Gustavo Salmerón, 'Tuno negro' (2001), con Silke, Jorge Sanz, Maribel Verdú y, de nuevo, Fele Martínez, o, como preferencia personal, 'School Killer', con Carmen Morales, Carlos Fuentes y Zoe Berriatua. Ninguno era taquillero por sí mismo, pero ahora, se ha creado un star system juvenil, en el que los protagonistas de 'Mentiras y gordas', 'Fuga de cerebros' y 'Tres metros sobre el cielo', son reclamos por sí mismos y están destinados a ser los actores importantes del futuro más inmediato. O... ¿serán engullidos por la imparable maquinaria catódica y relegados a la categoría de flores de un día? Es el reto al que tienen que enfrentarse Amaia Salamanca ('Gran Hotel', 'Sin tetas no hay paraíso'), Maxi Iglesias, Óscar Sinela y Úrsula Corberó ('Físico o Química'), Lucho Fernández ('Los protegidos') y Aura Ribas. Son los protagonistas absolutos de 'XP3D' y aunque lo cierto es que están bastante verdes, compensa su falta de experiencia con el desparpajo que tienen a la hora de interpretar unas líneas de diálogo que convierten el género de terror en alta comedia. Sin embargo, hay algo absolutamente reivindicable en la película: que no engaña a nadie y responde a la perfección a lo que se espera de ella, es decir, asume su responsabilidad como producto de baja estofa y no se avergüenza de ello, sino que mantiene la cabeza bien alta precisamente porque no se toma en serio a sí misma. En ese sentido resultan enternecedores sus referencias a clásicos del slasher como 'La matanza de Texas' o 'Viernes 13' y adorable su psicotronía marciana a la hora de mezclar al asesino en serie con derivaciones paranormales y terrores psicológicos. 'XP3D' tiene esa sana visión desprejuiciada del "todo vale" que termina siendo tan poco defendible como, precisamente por eso, disculpable. Probablemente, visto lo visto en el panorama de cine español de este año que se acaba, no deja de ser una renuncia a todo tipo de esperanza.
A favor: Que sea una película de terror en la que terminas tronchándote de risa.
En contra: Que el espectador vaya a verla con pretensiones de tomársela en serio.