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    Cry Macho
    Críticas
    3,5
    Buena
    Cry Macho

    'Cry Macho', una película sólida sin ser el mejor Eastwood

    por Alejandro G.Calvo

    Clint Eastwood no falta a su cita casi anual con los espectadores. En 2021 toca Cry Macho, una película sosegada, tranquila... Pero no lenta, porque Eastwood no hace películas lentas. Es crepuscular, como todo su cine desde que hiciera Sin perdón. Es una película muy sencilla y normal, pero que he visto con una satisfacción absolutamente tremenda. Tiene cierto aire de despedida y espero que no sea así, porque todos queremos que siga haciendo películas. Cry Macho está muy lejos de ser su mejor película y, aún así, te abraza.

    Te abraza y tú la abrazas de alguna forma porque hay un mecanismo empático imparable con Clint Eastwood. Simplemente con verle moviéndose por el plano te atrapa y las razones son muy sencillas. Estás viendo moverse por el plano a la historia del cine y ese plano es el mejor plano que nadie podría haber tirado. Tiene la huella de Eastwood, que sigue indemne, incólume.

    Clint Eastwood no necesita presentación. Estamos ante un cineasta nacido en San Francisco en 1930. Si hacemos cálculos, son 91 los años que tiene ya Clint Eastwood. Pese a su avanzada edad sigue con un corte estilístico muy similar al de las películas que ha hecho estos últimos diez años. Podemos pensar en Manoel de Oliveira, que, aunque parezca que no tiene nada que ver, a Eastwood le gustaba mucho. Oliveira fue un director que llegó a los 106 años y no dejó de hacer películas hasta el final de su vida. En el homenaje en Cannes que se le hizo dos años antes de su muerte, Clint Eastwood estaba en primera fila. Oliveira, a sus 100 años, hizo películas notables como Singularidades de una chica rubia o El extraño caso de Angélica.

    Reencontrarnos con Clint Eastwood en cada nueva película es un verdadero placer. De nuevo, Cry Macho no es de las mejores películas del director. No se puede comparar con El fuera de la ley (1976), Bird (1988), Un mundo perfecto (1993) o Mystic River (2003), pero Eastwood sigue teniendo fuerza tras las cámaras. Cry Macho cuenta la historia de un criador de caballos que ha sido despedido del rancho en el que ha trabajado toda su vida. Recibe un último encargo por parte de su ahora exjefe: debe traer a su hijo de vuelta de México, donde vive con su abusiva madre. 

    El proyecto de esta película comienza en los años 70, cuando fue escrita por Richard N. Nash. Nadie quiso el guión y lo convirtió en una novela. En ese momento hubo varios intentos por adaptarla al cine -una muy cerca de conseguirlo en los años 90 con Roy Scheider y otra en el 2011 con Arnold Schwarzenegger-, pero ha sido Clint Eastwood el que ha cogido el guion de Nick Schenk para llevarlo a la gran pantalla. Importante la labor de Schenk, el mismo que ya había escrito Gran Torino y Mula, dos películas que, junto a Cry Macho, podrían verse como una trilogía.

    Todas ellas historias con la misma sensibilidad donde Eastwood perfila el mismo modelo de protagonista: un hombre ya muy mayor con un pasado de dolor y, sin embargo, con ganas de alcanzar la redención. Lleva a cabo una última acción con un comportamiento férreo, manteniendo sus principios morales y, al mismo tiempo, aprendiendo una lección respecto a los tiempos, a la propia vida, a las decisiones que tomamos... Si hablamos de esta especie de trilogía, la más reciente es la más ingenua de las tres.

    Cry Macho es naive en muchos aspectos. Todos los personajes lo son, incluso el propio personaje de Eastwood. Él da vida a alguien que ya hemos visto en sus películas, pero aquí está muy destilado y se ha ahorrado cualquier tipo de aderezo sobre la narración. Tiene muy claro lo que quiere contar y no pone tonterías ni tiene ningún tipo de efectismo. Siempre lo ha hecho así, pero en esta ocasión el espectador tiene que poner mucho de su parte para creérselo. Parece que a sus 91 años aún pueda ligar y eso genera momentos divertidos.

    A pesar de su ingenuidad, es una película increíblemente sólida. La planificación de Eastwood sigue siendo tremendamente elegante y, de nuevo, con una sensibilidad muy medida. El lenguaje cinematográfico es bastante claro y clásico, con planos generales de paisajes, planos medios para los personajes y las conversaciones se dan, en su mayoría, por la noche o al anochecer. Esa manera de contar la historia desde un poso melancólico, casi nostálgico, con una voluntad intimista, hace que la película se vea con mucha satisfacción. Yo me quito el sombrero ante Clint Eastwood y siempre estaré en su equipo.

     

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