Adictos
por Clara RodriguezAh, Mark Ruffalo. ¿Hay algún actor mejor que él ahora mismo en el cine norteamericano? Y no, no me hablen de Hulk (aunque también), sino más bien de Mi vida sin mí (2003), En carne viva (2003), Zodiac (2007), Los chicos están bien (2010), Shutter Island (2010), Ahora me ves.. (2013) y, ojo, Foxcatcher (2014), uno de los grandes títulos del año de cara a los Oscar donde el actor planta a cara a la mejor versión de Channing Tatum y Steve Carell. En fin, me lío. Vamos con la película: Amor sin control de Stuart Blumberg –primera película-, retrato sobre la dependencia en general y de la adicción al sexo –masturbación, prostitución, infidelidad, asalto sexual, etcétera- en particular a través de tres personajes en distintos estadios (o pasos, puestos a seguir la terminología del adicto) de recuperación; hay un veterano (Tim Robbins), que ejerce de “master” de las reuniones de AA, un hombre de mediana edad (Ruffalo) y un joven masturbador compulsivo que no logra superar ni 24 horas sin dar rienda suelta a su vicio favorito.
De la comedia al drama y viceversa, Amor sin control vendría ser un canto a la superación personal –no solo de la adicción en sí, sino a la hora de aplacar a los demonios que suelen dominar el peor comportamiento humano, así como una reivindicación a la amistad como mejor motor para poder sobrellevar la existencia. Un equilibrio curioso, sobresaliente en algunos momentos –el lap dance de Gwyneth Paltrow frente a un abrumado Ruffalo es clave-, algo moralista en otros –hay una clara égloga a la familia y a la importancia de saber perdonar y pedir perdón- que no teme en vindicar lo anómalo como algo natural en un mundo saturado de imágenes que rozan la perversión sexual. Normal que la película acabe pareciéndose a una versión marciana de lo que se entiende como “película familiar”, dotando de sentimientos positivos la desesperación de los protagonistas y con algún one-line-joke de altura.
A favor: Esa visión del mundo como un escaparate-carnicería de cuerpos femeninos
En contra: Que la amabilidad de la obra despierte suspicacias entre los que disfrutan revolcándose en el dolor.