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    Ahora y siempre
    Críticas
    2,5
    Regular
    Ahora y siempre

    La lista de Tessa

    por Carlos Losilla

    ¿Por qué tantas películas sobre la muerte en los últimos tiempos? El cielo es real habla de un niño que dice haber visto a Jesús cuando está a punto de dejar este mundo. Bajo la misma estrella reúne a dos adolescentes con cáncer que se enamoran y pasan unos meses juntos. The Face of Love muestra a una mujer que parece reencontrar a su marido muerto en otro hombre. Y Ahora y siempre, por no seguir enumerando, quiere ser el retrato de otra adolescente, Tessa (Dakota Fanning), enferma terminal de leucemia, que escribe una lista de las cosas que quiere hacer antes de morir, para caer rendidamente enamorada del vecinito de al lado. Por supuesto, hay mucho de autoayuda en estas películas eminentemente comerciales, multitud de grandes frases sobre la vida, incluso toneladas de un estoicismo más bien barato. Es como si los tiempos sombríos que nos ha tocado vivir necesitaran jóvenes víctimas sacrificiales para demostrarnos que, después de todo, esta vida no está tan mal. O como si el dudoso futuro que espera a los adolescentes del mundo occidental (algunos de los orientales hace tiempo que lo están pasando mal) debiera verse reflejado en una confrontación simbólica con la oscuridad.

    Sea como fuere, también sucede que todos estos productos, sin excepción, suponen una nueva mirada sobre el melodrama. En el caso de Ahora y siempre, es indudable que el director británico Ol Parker se ha dejado llevar más por su pasado como guionista de El exótico Hotel Marigold que por la elección de un actor-director como PaddyConsidine. En efecto, Considine, que encarna al padre de la chica, dirigió Redención, la enésima vuelta de tuerca a la épica realista en la tradición de Ken Loach, pero eso no parece importar a Parker, que construye Ahora y siempre sobre una evanescente iconografía abstracta. Quiero decir que la ciudad costera que sirve de marco a la acción es como un jardín del Edén que la protagonista deberá abandonar pronto por culpa de su enfermedad. Y los padres, aunque separados, aparecen vistos bajo una luz benévola y comprensiva: nada de broncos obreros británicos ni sudorosas amas de casa, hasta el punto de que Olivia Williams presta a la figura de la madre una sofisticación realmente inesperada.

    La primera parte podría titularse, en honor de Nicholas Ray y James Dean, algo así como “Rebelde con cáncer”, y presenta a Tessa como una chica malhumorada y salvaje que quiere pasar sus últimos días en la Tierra de bronca en bronca. Es curioso, no obstante, que su concepto de la transgresión se materialice en lanzar vasos de cerveza a la cara de la gente en una fiesta o robar cosméticos en una galería comercial con su amiga Zoey (KayaScodelario), que abandona la idea del aborto tras pensar en lo maravillosa que es la vida. La segunda parte encuentra de verdad el tono de la película (en todos los sentidos) y se lanza a describir el romance con Adam (Jeremy Irvine) con tonos pastel y atardeceres rutilantes. Hay algo conmovedor en estos últimos minutos de la película, no obstante, y la composición de los dos actores se impone por momentos a una trama previsible y una puesta en escena grandilocuente, hasta el punto de que dotan de intimidad y delicadeza a algún que otro momento que, sin ellos, hubiera carecido de encanto. El melodrama que en el fondo es Ahora y siempre cobra entonces una intermitente intensidad, y los últimos días de Tessa adquieren una tonalidad melancólica que hubiera debido imperar también en el resto del film.

    A favor: una cierta distanica, elegante pero cansina, que impide caer en el folletín.

    En contra: una introducción larguísima, episódica y banal, a lo que realmente importa.

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