“Érase una vez en América” es el tipo de trama donde se refleja una sociedad americana dispuesta a todo por hacer realidad sus sueños de grandeza. Un film compacto desde muchos puntos de vista y este reflejo de una sociedad latente en esa época dejó una cinta sin muchas fisuras convirtiéndola por méritos propios en una verdadera joya del cine. Sergio Leone nos trae parte de una leyenda viva de los EE.UU durante los años 20 y parte de los 30, donde las sociedades mafiosas y la famosa Ley Seca, hacían aflorar a verdaderos mafiosos dispuestos a todo ya no sólo para incumplir dichosa ley, sino para convertirse en los amos y señores esa misma sociedad que les vio nacer.
Además de una puesta en escena fascinante, la cinta tiene un banda sonora única dirigida por otro de los maestros en este sentido Ennio Morricone quienes muchos recordaremos de películas como: “La Misión”, “Por un Puñado de Dólares” o “Los Intocables de Elliot Ness”. Contar con la figura de Morricone para llevar la banda de esta maravillosa cinta, es uno de sus mayores reclamos porque te va envolviendo hacía ese mundo y época haciendo que olvides un poco los 225 minutos de duración que tiene. Es una cinta casi perfecta en todos los aspectos, una de esas pocas que parecen ser un milagro, hipnótica hasta decir basta, desde la impresionante recreación de la época, pasando por cada uno de los diálogos, o el íntimo retrato de sus fascinantes personajes, el mundo que les rodea y los sucesos que viven, escenas memorables por doquier, cientos de detalles de este tipo plagan esta brutalidad de película.
Las actuaciones brillan a un excelente nivel, donde destaco como siempre al gran Robert de Niro que dio a su personaje esa credibilidad que se necesitaba sobre todo teniendo en cuenta el contexto de la cinta, James Woods está fenomenal, también aparece una joven Jennifer Connelly haciendo sus primeros compases en esta industria, sin olvidarnos de Elizabeth McGovern, ni de los excelentes secundarios entre los que encontramos a Joe Pesci, Danny Aiello, James Hayden, Treat Williams. Todos ellos magníficos con los que Leone compone un film a ratos violento a ratos emotivo, a ratos poético, que nos deja un cierto regusto amargo en general. Hacen que cada una de las secuencias se me antojaran irresistibles de ver y de seguir en una historia que quizá no haya sido nada novedosa, pero que no dejó a nadie indiferente con ese ritmo tan bien elaborado que nos regaló.
En definitiva, “Érase una vez en América”, ha pasado a ser una de esas cintas que han crecido desde la sombra de “El Padrino” hasta convertirse en un icono en esta temática siendo una de las mejores que he visto hasta el momento. Obra maestra en todos los sentidos, pura poesía en imágenes y sonido que rebosa toneladas de calidad.