Bonita, dulce, agradable, de recorrido sencillo y asequible, con guión afable de corte gustoso y apreciado aunque nada selecto ni peculiar sobre la supervivencia de una responsable adolescente que tiene que lidiar con unos padres inmaduros que viven su no experimentada juventud a una tardía y ridícula edad totalmente desfasada, que experimenta las dudas y cavilaciones de su íntimo crecimiento y los errores y quiebros de su propio andar.
Visión ligera y cómoda para un típico argumento de camino televisivo o formato de capítulo de serie actual que exhibe las controversias, las alegrías y penas, los sinsabores de una familia desestructurada así como el hallazgo de una alternativa aceptable con la que existir, ese pacto silencioso que permite seguir rodando y continuar con serenidad a pesar de los avatares.
El atractivo principal, y puede que único, es el nombre famoso de sus dos estrellas participantes -unos inconscientes padres interpretados por Clare Danes y James Marsden- que permite vender la película a miras más altas de lo previsto, a simple vista, por su limitado aunque amable y tierno contenido, un drama familiar suave y comercial, ágil y placentero que no profundiza en la crisis emocional de los personajes, en el descarrilamiento de sus vidas ni en la particularidad de cada vagón participante; únicamente se limita a una exhibición llevadera, tenue y maleable, una postura confortable y tierna que permite una mirada cálida y relajada, poco penetrante y nada intimista.
Superficialidad para un relato pobre en su dramatismo, carente en su vigor, leve en su consistencia, vacío en su deseable cautiverio, en el superfluo impacto de sus emociones y sentimientos, un filme de consumo rápido y veloz, activo práctico que vive más de la decoración exterior que de intervenir en la verdadera cuestión de fondo, desidia de ir más allá de una lectura ligera y sutil, nimia y tenue, liviana y escasa, de una digestión reconfortante y plácida, tranquila y reposada.
Válida para pasar el rato, involucrarte poco y no pensar mucho.