Tanto si sois aficionados a las carreras y a la velocidad en general y a la Fórmula 1 en particular, o si vivisteis los años dorados de la Fórmula 1 y conocéis la biografía del piloto Niki Lauda, podéis disfrutar especialmente de esta película. Pero si como yo, sois de esas personas que en la vida habíais oído hablar de James Hunt y las carreras os son un poco indiferentes, encontrareis en Rush una historia interesante, supuestamente real, y con muchas dosis de suspense a la espera de que llegue lo inevitable, sorprendentemente cautivadora y emocionante, a pesar de conocer el final.
Cuando digo que se trata de una historia supuestamente real, me refiero a la parte personal de los dos pilotos, la profesional es evidente que es real. El guion de Peter Morgan es original, no está basado en ninguna biografía oficial y, aunque supongo que se habrá documentado bien, también entiendo que habrá recreado muchas situaciones a su criterio personal. Morgan basa su historia en los celos que Lauda tenía del carisma de Hunt, mientras que Hunt envidiaba el respeto que se había ganado Lauda en la profesión y su estable vida personal. Esta rivalidad personal, que no sé hasta qué punto es real, se trasladó a las pistas y hasta que Lauda sufrió un terrible accidente.
Durante su dura convalecencia en el hospital, Lauda podía ver como Hunt recortaba puntos en la clasificación, lo que le hizo volver a competir tan solo 42 días después, con las heridas aún sin cicatrizar. Todas estas circunstancias sirven para que el mensaje de Ron Howard llegue alto y claro, la fuerza, la energía y la necesidad de superarse era mutua y fluía en ambas direcciones, ambos se complementan. Así, sin el ejemplo de Lauda, probablemente Hunt nunca hubiera sido campeón, y Lauda nunca se hubiera recuperado tan pronto sin Hunt pisándole los talones. Algo que resume muy bien el personaje de Brühl en la escena final de la película.
Rush tiene muchas otras cosas que la hacen interesante, las carreras están muy bien filmadas, añadiendo un nivel de vitalidad y realismo asombroso. La fotografía es excepcional, con efectos sobresaturados que armonizan perfectamente con la estética de la época. Maravilloso el trabajo de recreación y ambientación de los años 70, no hay ninguna duda de en que época estamos, diría incluso que algunas imágenes son reales. La banda sonora de Hans Zimmer (El rey león) es mágica, perfectamente combinada con el ruido de los motores. Y lo más importante, a pesar de conocer más o menos lo que van a contarnos, la cinta sabe mantener altos los niveles de suspense y nunca resulta predecible.