La magia y alegría de saber, la tristeza y soledad de no poder compartir.
Partimos de la misma base que todas sus hermanas gemelas que hace ya tiempo inundan la cartelera de los cines, historia basada en un best-seller, situada en un futuro hipotético de hábitat imaginario, adolescente que descubre un secreto e injusticia y que se enfrenta al orden establecido, que se atreve a romper las reglas y normas impuestas con el objetivo de cambiar la ficticia estabilidad presente, engaño que sólo satisface a los que mandan.
Para esta ocasión, la acción y adrenalina típica de ellas, su perpetuo correr, elevada ansiedad y eminente peligro constante se ha dejado de lado, la rapidez, velocidad y celeridad del relato aquí se convierte en un pausado escuchar, mirar, tocar, sentir para descubrir el mundo, las maravillas de un despertar a la vida de las diferencias que han sido ocultadas por amor a una vida estéril y opaca que no provoque las consecuencias desagradables de esas naturales desigualdades.
Anular los colores, la música, las emociones, los sueños, la imaginación, controlar los impulsos, oprimir los deseos, restringir el lenguaje y borrar de la memoria todo aquello que podría hacer daño o causar mal, ergo también la felicidad, el placer y el bien voluntario, control-equilibrio-rutina como remedio para evitar el caos y la osadía de elegir y ser único, de destacar, encontrar tus raíces y descubrir tu personalidad excepto, al elegido receptor de todos los recuerdos anulados que tendrá la oportunidad de poder conocer y disfrutar -o ¿será un martirio?- de todo lo vedado a los demás y excluirse de esa mecánica asfixiante modelo de existencia pacífica e ideal.
Rellenar este vacío virgen de un joven inocente, hermoso lienzo en blanco a pintar, moldear y dibujar con información, sabiduría y conocimiento resulta de gran escasez perceptiva, poco alimento nutritivo y mucha pobreza visual, apenas interesante o cautivadora en todo su transcurso que no aporta entusiasmo ni coraje ni emoción en una creatividad poco resultona que es o debería ser piedra angular de todos estos relatos de ficción y fantasía, infructuoso renacer a una vida vetada que no otorga grandes alicientes en su visión, perceptible carencias de un negado atractivo por falta de gracia y carisma en las formas, un proceder poco motivador de rendimiento tenue e infantil, sin fascinación ni seducción en la práctica aún cuando se trata de un encargo tan importante y sobrecogedor, obviedad de vacío triste y lamentable que causa estragos en un público que percibe un consumo de poca textura, urdimbre y condimento, a quien le sabe a poco y exiguo lo entregado, a ínfimo y pueril una diversión y entretenimiento que, apenas aparecen y asoman la cabeza toman la forma neutra, apagada e infértil de la sociedad descrita.
Ni siquiera un Jeff Bridges de yoda o una gobernanta Meryl Streep logran rebrotar un relato cuya voz de inicio con expectativas de fuerza, garra o brío se va silenciando en su poco sugerente discurrir hasta la tan reiterada indiferencia de la que ellos hacen un proyecto de vida, ni siquiera los ejemplos utilizados para introducir al joven inmaculado en el paraíso de la alternancia son gratificantes.
"Pido disculpas..., disculpas aceptadas", una fórmula de fingida cordialidad sin sentimiento ni aprecio muy representativa de todo el discurrir de una historia sin alma, empuje ni corazón que no levanta pasiones ni suspiros, un simple observar su andar que vende mucho en su apertura soñadora pero cumple poco en su efectividad ofrecida y, a esperar que la próxima entrega sea más fructífera porque, haberla la habrá.
Todos los dones y habilidades que le dieron al rebelde héroe receptor de los recuerdos se olvidaron de dárselos también a la película; escasa, falta e insuficiente esta tibia y moderada oferta de recreo y esparcimiento.