La cámara se mueve lentamente frente a un cuerpo desnudo y provocador de una vedete que está realizando un striptease. Así comienza la tercera película de Frederick Wiseman realizada en París. El director se adentra durante diez semanas en el clásico Crazy Horse, un cabaret parisino, fundado por Alain Bernardin en 1951 y una cita obligada para el turismo.
En el documental, se recorre cada rincón de Crazy Horse, las luces y las sombras del escenario y los ensayos del día a día. Un templo de la vida nocturna parisina que sorprende por su elegancia, perfeccionismo y un programa incansable en el que se dan dos pases diarios y tres los sábados. Son decenas los técnicos y artistas trabajando de forma incesante para producir, el que según los propietarios del local es "El mejor show de striptease del mundo". Detrás de todo el glamour, existe una competición feroz por una vacante entre las bailarinas y una gran rivalidad entre el director y el director artístico.