El encanto de este tipo de películas es su propia representación, la sencillez de un cine realizado con pocos recursos, con el sello inconfundible del país del que proceden y con las ideas muy claras sobre lo que quieren expresar y decir; nada de florituras ni añadiduras que puedan hacer sombra a un trabajado guión, base de todo el esfuerzo exhibido y del espléndido resultado final. Actuaciones naturales, cercanas, gran afinidad con los personajes, actores desconocidos que no disfracen el tema principal, una visión y contexto que se vive con gran intensidad... todo ello en un embalaje asequible a un presupuesto modesto, con una perfecta y atractiva fotografía urbana, sentimientos a raudales que se expresan libremente y una doble visión de la política vivida intensamente, diferente punto de vista para el joven inocente y pardillo que acaba de iniciarse -que todavía confía en poder cambiar el mundo, comérselo de un bocado- y el listillo, avispado veterano que sabe cómo funcionan las cosas y se adapta buscando su mejor posición. No es cine para todos los públicos, no es una historia comercial, no es fácil de digerir y no la vas a olvidar nada más salir del cine; es importante recordarlo para aquellos que decidan verla. Este tipo de relatos sólo te gustará si te implicas en la historia y en los personajes, representación viva y real de su sociedad y de lo que ello implica; en caso contrario, ni te molestes porque no serás capaz de acabarla -sólo el vocabulario que se muestra ya puede resultar de gran hastío o, todo lo contrario, ser uno de sus grandes atractivos-