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    Sueño y silencio
    Críticas
    3,5
    Buena
    Sueño y silencio

    Trauma y modernidad

    por Quim Casas

    El cuarto largometraje de Jaime Rosales tiene la misma estructura que el segundo, 'La soledad': filmar los gestos cotidianos, casi parsimoniosos, de unos cuantos personajes durante una media hora, más o menos, violentar después el relato con una situación traumática, y volver a esos mismos personajes después de la tragedia y observar como siguen sus vidas, unas vidas que ya no pueden ser las mismas.

    En 'La soledad' era un atentado terrorista. En 'Sueño y silencio' es un accidente, la muerte de una hija y la pérdida de la memoria inmediata, de la conciencia de la tragedia: el padre no recuerda, lo que es una forma de supervivencia ante el dolor exasperante por lo que ha pasado. En 'La soledad', Rosales adecuó la técnica de las pantallas partidas (la polivisión según él) como mecánica narrativa. En 'Sueño y silencio' emplea un blanco y negro muy granulado, sin fuentes de luz artificiales; el cine de cierta inmediatez y de la improvisación tonal con los actores –aunque todo esté muy preparado y estudiado–, y el del descentramiento de los personajes: los actores salen de cuadro o quedan atrapados en los límites de la pantalla, una forma adherida a una modernidad que Rosales desea reinventar a su manera, varios años después de que esos signos fílmicos de la modernidad quedarán instaurados e incluso superados.

    Rosales navega a contracorriente. Inventa formas que ya estaban inventadas. Relata con argumentos fílmicos que parecían olvidados. Reniega de toda noción del clasicismo situándose en un punto intermedio entre los avances y los retrocesos. Indaga lo indagado y pese a su frialdad expositiva, extrae lecciones emotivas en muchas de sus secuencias.

    En 'Sueño y silencio' muestra la muerte fuera de plano como nadie y eliptiza el dolor como pocos, aunque algunas escenificaciones resulten algo impostadas. Cine frío, quirúrgico, y al mismo tiempo, atento al más pequeño detalle acerca del dolor por la muerte de los seres queridos y los procesos de superación personal. Pérdidas y fantasmas, recuerdos y raspados de la memoria, el sueño y la realidad, el sueño y el silencio que sigue a la lacerante realidad.

    A favor: Jaime Rosales sigue fiel a sus directrices y, en estos tiempos, la coherencia es un grado.

    En contra: algunas de sus aparentes innovaciones hace años que ya lo fueron.

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