La película "Juego de armas" de Todd Phillips plantea la historia real de dos jóvenes que se la querían pegar al Pentágono con la venta ilegal de municiones. Aquí encontramos otro de los sueños americanos posibles: el de la codicia, el de la ambición de tener pasta rápido y a punta de pala, el del triunfo de jóvenes al precio que sea, incluso pagando con la muerte si fuera necesario. La cinta se inicia en un flashbacks donde uno de los personajes ( Miles Teller aquel actor que sufría lo indecible para superarse a si mismo tocando la batería en una banda de la elite de la música frente a un desalmado de director,encarnado en el actor J.K.Simmons, que lo exprimía hasta el máximo en la película "Whiplah" de Damien Chazelle) principales cuenta la historia con su voz en off. El otro socio compañero de aventura en sus negocios sucios, Jonah Hill, como prolongación del personaje histriónico que interpretaba en la cinta "El lobo de Wall Street" de Martín Scorsese donde la farra y la obsesión del poder del dinero están a la orden del día. Ellos son los que mueven ese sueño loco de conseguir la pasta al precio que sea. El tráfico de armas no es un tema nuevo, pues Andrew Niccol con "El señor de la guerra" interpretado por Nicolas Cage ya lo tocaba con mucho acierto donde representa un contrabandista que intenta escaparse de todos los fregados en que se mete. Con todo, en este caso, la acción y el interés no decae nunca hasta el final.
La película cuenta la historia de dos jóvenes inmersos en líos de tráfico de armas. El encuentro, después de unos años, les da alas para sumergirse de lleno en los infiernos de las mafias de contrabando de armas, en dejar de una vez por todas el sufrimiento diario de un curro que te da para vivir justo hasta mitad de mes y el resto del tiempo en la miseria. El negocio del tráfico de armas mueve infinidad de pasta y ellos solo quieren las migajas que caen de los platos suculentos. Ese hambre desmedido de comerse el mundo no les asusta lo más mínimo ni siquiera en los fregados en que se meten y menos arriesgar la vida si fuera necesario. Triunfar es la palabra clave, montar una empresa por todo lo alto y sentirse realmente importante con poder de mando. Con ello, ser alguien importante en la vida, sin mirar atrás ni lo que mueven tus manos ni las desgracias que puedan causar. Sus límites no se quedan ahí, con las sobras, sino que buscan comerse parte del pastel. Por eso, se lanzan a la aventura sin control ni freno alguno por conseguir todo o nada, porque la vida no merece la pena si eres un miserable. El thriller está contado en clave de comedia, por eso la coña y el cachondeo está presente siempre: música discotequera, risas en momentos críticos, salidas de tono que le dan una cierta ligereza a las imágenes. En definitiva, la mezcla entre un tío responsable que se ve abocado a los follones y las escaramuzas junto a su amigo más calavera y desbocado son la maquinaria que hace avanzar la trama sin descanso.