El río Girimunho
por Gonzalo de PedroLa crítica occidental, al menos la española, descubrió hace unos años un juguete al que no han parado de darle cuerda hasta casi romperlo: la tan cansina barrera (porosa) entre documental y ficción. Unas cuantas películas, deudoras de ciertos presupuestos de la modernidad cinematográfica, crearon en España el espejismo de que la renovación de la ficción pasaba por fagocitar algunos modos documentales, sin darse cuenta de que el documental hacía años que transitaba por sendas bastante más alejadas, y superados ya sus complejos de hermano pequeño, proponía reescrituras y formas bastante más novedosas y acordes con los tiempos. Ese discurso aflora cada cierto tiempo, como ocurrirá ahora con ‘Girimunho', una película de ficción que incluye en su reparto a los protagonistas de las historias que la inspiran; algo, en definitiva, tan antiguo como lo que en 1946 ya hiciera Georges Roquier con ‘Farrebiqu'e, un retrato de las estaciones en una granja protagonizada por los auténticos habitantes, y con diálogos escritos basándose en sus auténticas palabras. Más o menos como ‘Girimunh'o. Y decimos todo esto, no para desprestigiar a la película, ni mucho menos, sino para situar en su justo contexto un tipo de trabajo que es en realidad casi tan antiguo como el propio cine, pero al que la hegemonía del guión ha desterrado del panorama de los estrenos comerciales. ‘Girimunho' cuenta la historia de Bastu, una anciana del interior de Brasil que pierde a su marido, y decide vivir la vida con alegría, disfrutando desde entonces con intensidad sosegada de las batucadas, los relatos a la luz de la lumbre, y el lento transcurrir de los días. Y lo hace, sí, recurriendo a las vivencias auténticas de los protagonistas, incluyéndolos en el relato, pero sobre todo, centrando la mirada en los cuerpos como transmisores de una sabiduría ancestral, herederos de una vida antigua, que no se crea ni se destruye, como el remolino del título, sino que se disuelve en la corriente de la vida para renacer, con otro aspecto, río abajo. ‘Girimunho' es a la postre un relato nada melancólico del ciclo de la vida, capaz de integrar la magia y el misterio de lo cotidiano en la grandeza de un relato pequeño.
Lo mejor: La capacidad de extraer belleza de un terreno árido, la sencillez de la propuesta que termina por elevarse por encima de sí misma.
Lo peor: Que películas así no se estrenen más a menudo.