Todas las criaturas grandes y pequeñas
por Marcos GandíaProyecto personal de la actriz Jessica Chastain, La casa de la esperanza responde en parte a esa (¿inconsciente?) trivialización del compromiso político, social y humano que viven los países más pudientes y las clases sociales más acomodadas y lejanas a las miserias y los terrores alejados por el tiempo o por el espacio geográfico. De unos hechos verídicos (sí, estamos en eso tan delimitado de la “película basada en hechos reales”) en la lejana Varsovia durante la invasión, ocupación y represión nazi a cómo el resto del mundo llega a conocerlos, a cómo Jessica Chastain llega a conocerlos: la versión novelada que se convierte en best seller.
Y del libro superventas a un film que todavía incide más en la dramatización mainstream de esa realidad que seguramente tampoco conoceremos nunca. Producto lleno de buenas intenciones que, por fortuna, no cae en lo lacrimógeno pese a que podía hacerlo (y también en el ridículo: las escenas con los animales parecen de un spin off gueto de Nacida libre o Daktari) apela a nuestra solidaridad y escándalo ante las tropelías de los alemanes en Polonia. Y apela a la chispa de humanidad y de solidaridad que es la misma que convirtió al matrimonio que se encargaba del zoológico de la capital polaca en unos héroes anónimos, en una suerte de Oskar Schindler con el diploma de naturalistas.
A pesar de algún instante en el que se roza lo maniqueo y lo amarillista (la escena de la violación), La casa de la esperanza modula y modera su tono, se torna ese libro de denuncia que nos conmueve, revuelve las entrañas pero que es bonito de ver porque tiene un final feliz y porque, en el fondo, nos pilla ya muy lejos. He ahí el mayor acierto de la película, algo que la propia Jessica Chastain ha dicho en las entrevistas promocionales: que nos está diciendo, pese a su look formalmente cuidado y para todos los públicos, que esa barbarie puede estar sucediendo ahora, que de hecho está sucediendo ahora. El drama de los refugiados y la insensibilidad de los gobiernos son puestos en entredicho en ese hermanamiento entre animales racionales e irracionales, en ese doble encierro (zoo y gueto) que al final nos habla de la libertad como algo innato a las criaturas del señor, sean grandes o pequeñas.
A favor: Cómo Jessica Chastain saca adelante su personaje y con él toda la película.
En contra: Lo sosos que son los actores masculinos, comenzando por Daniel Brühl.