Brotes verdes necesitados de más riego
por Daniel de PartearroyoPese a la promesa de su breve y contundente título original, 'Epic: El mundo secreto' no supone ningún acontecimiento espectacular dentro del ecosistema de la animación por ordenador estadounidense. Es cierto que el nuevo largometraje de Blue Sky Studios, tercero dirigido por Chris Wedge ('Ice Age. La edad de hielo', 'Robots'), amplía el campo de acción del estudio de animación propiedad de 20th Century Fox. Deja a un lado el slapstick animal básico de su saga insignia, 'Ice Age', para estar más pendiente del espíritu aventurero y el asombro ante un mundo atiborrado de estímulos y colores (camino iniciado ya en 2011 con 'Rio'), pero no se preocupa por que la historia de heroicidad y descubrimiento de sus protagonistas tenga tanto detalle como la enésima textura vegetal recreada en tercer plano en una imagen cualquiera del metraje.
De hecho, si MK, la protagonista adolescente con voz de Amanda Seyfried que de repente se ve reducida al tamaño de un insecto y se convierte en pieza clave para la supervivencia de una comunidad de seres diminutos habitantes del bosque, hubiera conocido películas como 'FernGully' (1992), 'Los Borrowers' (1997), 'Arthur y los Minimoys' (2006) o incluso 'Avatar' (2009), es probable que muy pocas de las cosas que le ocurren durante su epopeya a pequeña escala le hubieran sorprendido realmente. Si bien la mera elección del esquema argumental demuestra que 'Epic: El reino secreto' no cuenta con la originalidad como arma, otros elementos son bien capaces de elevar el desaguisado introductorio de sus primeros 20 minutos hasta conseguir una película familiar de lo más disfrutable.
Por un lado está la portentosa animación, responsable de un mundo vegetal reconocible y palpable, preocupada por los detalles y proclive a la exploración de espacios durante las abundantes escenas de acción. Por otro, el tratamiento arquetípico de unos personajes que resultarán unidimensionales si se los compara con el estándar de Pixar, pero que aquí cumplen su cometido como efectivas piezas de relojería narrativa.
No es que todo sean automatismos de manual de guión, pese a que abunden (la evolución de las relaciones entre los personajes es predecible con inexistente margen de error, la mayor motivación del malvado antagonista para destruir el bosque parece ser su propia villanía, etc.); también hay ciertos detalles secundarios y sutiles que apuntan mayor ambición y sofisticación. La relación entre el guerrero duro de pelar Ronin y la reina Tara (puntos extra para Beyoncé en su construcción del personaje desde la voz), el profundo sentido del honor y el deber comunitario defendido por los guerreros, la manera en que se corta lo que empieza como el típico número musical heredado de los clásicos de animación Disney o alguna que otra inesperada bomba emotiva (¡ese colibrí sin jinete!) dan tanto sabor y aroma al precocinado cuento base como la llamativa elección de ciertas voces en un reparto donde se hallan mezclados Colin Farrell y Christoph Waltz con Steven Tyler y Pitbull. En ese sentido, es obligada una mención especial a la pareja de secundarios cómicos y gasterópodos que interpretan Chris O'Dowd y Aziz Ansari: tan situados en la fina línea entre la gratuidad enervante y la hilaridad cómplice que resultan irresistibles. Lo mismo termina por suceder con el resto de la película.
A favor: La heterodoxia del reparto de voces célebres... rasgo perdido en su versión doblada al español.
En contra: El esquematismo autómata del guión queda como gran lastre para una propuesta que merecía más imaginación.