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    Los Pasos Dobles
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    Los Pasos Dobles

    La gran impostura

    por Carlos Losilla

    Es muy fácil asimilar a François Augiéras (1925-1971), el poeta y aventurero, el protagonistaimplícito de la última película de Isaki Lacuesta, con otros de sus héroes anteriores: elboxeador-poeta de 'Cravan vs. Cravan', el niño gitano y la muchacha japonesa de La leyendadel tiempo, incluso el patético farsante de 'Los condenados'. Todos ellos son dobles de otrosque acaban convirtiéndose en dobles de sí mismos, en tipos que luchan contra sí mismos ysu propia imagen. Y así es también el cine de Lacuesta: multiforme, evanescente, inquietanteen lo que parece ser su pregunta esencial, a saber, ¿hasta qué punto podemos confiar en larealidad? Pero no se asusten, pues Los pasos dobles, ese proyecto que nació con el pintorMiquel Barceló y que ha acabado siendo otra cosa muy distinta, es tanto una disertación sobreestos temas como una película de aventuras. O mejor, la demostración de la única manera enque puede hacerse hoy día una película de aventuras.

    En territorio africano, filmado con una inquietante mezcla de delicadeza y arrojo, un grupode hombres busca el búnker en el que Augiéras dejó sus pinturas murales, enterrado ahorapor la arena del desierto. Por otro lado, un hombre que dice ser Augiéras empieza un extrañoitinerario que lo convierte en bandido y luego en anacoreta, entre otras cosas. Mientras tanto,un pintor occidental que se parece mucho a Barceló compone su cuaderno de notas visuales,parece controlar todos esos universos desde su condición de demiurgo. Lacuesta alterna estastramas con orden y rigor, pero también dejando abiertas siempre vías de escape, puntos defuga. Nada se resuelve, nadie encuentra lo que busca, los viajeros terminan su itinerario en lanada y el misterio Augiéras permanece. ¿Qué ha ocurrido?

    'Los pasos dobles'. Sólo eso. Uno adelante y otro atrás, para seguir las propias huellas: ésees su misterio, se nos dice. Y el secreto, siempre el secreto de lo que se dijo, de lo que seescribió, de lo que se pintó. Lacuesta se inscribe en la lista como cineasta, y su película es sóloun eslabón más en esa maraña de imposturas, de nombres míticos, de intentos fallidos y decorrespondencias que siempre nos conducen a nosotros mismos y que son la esencia de loque llamamos "cultura". Por lo tanto, no hay cineasta más sincero que ese mentiroso llamadoIsaki Lacuesta. Lo que queda es su película, otra pieza cuyo mecanismo hay que desentrañar, yque a su vez se desdobla en el mediometraje 'El cuaderno de barro', sobre una performance deBarceló. Y eso, para el espectador, es una tarea apasionante.

    A favor: No saber nunca muy bien qué estamos viendo, algo muy poco habitual en el cine de hoy.

    Lo peor: Que se la encasille en los (ya un poco aburridos) dominios del falso documental, la no ficción y demás etiquetas, tan poco útiles en este caso.

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