El indiscutible ingenio de Melissa McCarthy parece estar en alza desde su aparición en La boda de mi mejor amiga (Bridesmaids, 2011), donde tenía un papel secundario, pero capaz de robar las secuencias en las que aparecía y que le valió una nominación al Oscar. Lo mismo sucedió en Si fuera fácil (This is 40, 2012), donde tiene dos escenas que son lo mejor de toda la película, de hecho abren los títulos de crédito con un toma falsa de una de esas escenas. Melissa tiene un talento innato para la comedia y recuerdo con cariño su papel de Sookie en la serie Las chicas Gilmore (Gilmore girls), por eso tenía grandes expectativas al saber que por fin protagonizaba una película y por eso mi decepción también ha sido grande al comprobar que no han sabido sacar provecho de todo su talento y personalidad.
Más de lo mismo para Jason Bateman, su personaje no puede ser más simple, ¿quién da sus datos más confidenciales al primero que llama por teléfono?, ¿quién se deja puestas las llaves en el coche cuando se baja para hablar con su peor enemigo?, nada de lo que hace resulta creíble, lo que impide poder empatizar con él en algún momento, llega un punto que piensas que se merece todo lo que le pasa, no se puede ser más “tolai”, lo que debería resultar gracioso, al final, resulta patético.
Jason Bateman ya coincidió con el director, Seth Gordon, en Cómo acabar con tu jefe (Horrible bosses, 2011), una comedia sólida, con un reparto muy bien encajado y donde resulta muy fácil identificarse con los personajes, ¿qué ha pasado? Una vez más la industria demuestra que repetir director y protagonista no supone repetir la fórmula, ni mucho menos el éxito.
Una comedia sin chispa que no se salva ni por la solvencia del talento cómico de sus protagonistas. Una pena, con un guion y una dirección correcta creo que podría haber funcionado.