Con monstruos y lo loco
por Xavi Sánchez PonsHollywood cada vez está más enamorado de China. Y a la inversa. Las sinergias entre el cine americano y el de la República Popular oriental cada vez son más frecuentes. ¿La razón?: Económica. Películas que pinchan en los Estados Unidos recuperan parte de su inversión en los cines del gigante asiático. Las productoras chinas también han empezado a invertir en masa en filmes anglosajones, y claro, ahora todos ganan. Algunos dirán que esa buena relación siempre ha existido; cierto, pero ahora es diferente. Jackie Chan o Jet Li estuvieron en taquillazos yanquis como Hora Punta o Los mercenarios. Pero Donnie Yen, en solo unos meses, ha encadenado Rogue One: Una historia de Star Wars con xXx: Reactivated. Otro ejemplo: el primer tramo de Independence Day: Contraataque, donde el chino mandarín era el idioma más hablado. La existencia de un proyecto como el de La gran muralla está muy ligada con el actual clima de colaboración entre las dos cinematografías. Es más, se trata de una coproducción. El resultado es un extraño pero adictivo relato de aventuras fantásticas de alma profundamente freak, que recupera en sus fotogramas el cine de barrio de décadas pasadas.
Primer aspecto freak: está dirigida por Zhang Yimou. Si hace unos años alguien nos dice que el director de La linterna roja se iba a animar con una monster movie con guiños a Aliens el regreso, Outlander y The Relic sobre unas criaturas extraterrestres que pretenden acabar con la China de la alta Edad Media y el grupo de héroes que lucha para evitarlo a lo Guardia de la Noche de Juego de Tronos, le hubiéramos dado por loco. El motivo de su elección es clara: haber firmado películas de acción de autor como Hero y La casa de las dagas voladoras, pero La gran muralla no va por ahí. Aquí hay fantasía pulp, acrobacias increíbles e inverosímiles (lo de los lanceros que hacen puenting para aniquilar a los bichos es un pequeña genialidad) y armas tuneadas (el súper arco metralleta es otro highlight). Yimou sale bien parado de esta empresa, entregando un filme de encargo apañado, espectacular y vistoso a pesar de un uso excesivo del CGI, que mantiene en todo momento el interés y el ritmo.
Segundo aspecto freak: que esté protagonizada por Matt Damon y escrita, en parte, por Tony Gilroy (Michael Clayton y guionista de varias entregas de la saga Bourne). La presencia de Damon, secundado aquí por Willem Dafoe, Pedro ‘Oberyn Martell’ Pascal, y las estrellas chinas Andy Lau y Tian Jing, aporta carisma y credibilidad a la historia. Mientras que el libreto de Gilroy y Cía (entre ellos Max Brooks. Sí, el autor de Guerra Mundial Z) hilvana un relato, sin dobleces ni metáforas políticas evidentes que explora el concepto del heroísmo, sobre un mercenario europeo (Damon) que aprenderá a luchar por una causa justa.
Tercer aspecto freak: que toda esta mezcla y amalgama de referentes acabe funcionando. Y es que, contra todo pronóstico por lo arriesgado del pupurrí, La gran muralla es un blockbuster atípico y resultón que se disfruta con agrado. ¡Ah! Y apenas supera los cien minutos de duración. Algo que le acerca más a la serie B clásica, que a las grandes producciones actuales que suelen superar las dos horas y cuarto.
A favor: sus aires de monster movie de serie B
En contra: a veces se le va la mano con el CGI