¡Queriendo arreglar el mundo arruinas el tuyo!
Una primera parte de preparación del acto delictivo, misión del activista antisistema que quiere cambiar el mundo con su contribución a pequeña escala, con unos actos detallados paso a paso, preciso manual de ejecución del que no participas ni colaboras pues se olvidan de incluir al espectador, de hacerle partícipe de su labor, le limitan a un triste observar, lento mirar inconcluso, contemplar sin ansiedad ni angustia la disposición para su personal guerra sin saber en qué consiste o a dónde se dirige, sin ofrecer información, pistas o enlace alguno que permita involucrar al público, lograr su adhesión y anunciando tan torpe tarea como enigma de emoción y adrenalina, tensión y atrape de no saber, duda clave de la intensidad de este apasionante thriller realizado con arte y estilo propios cuando lo que logra es la pérdida de tu atención, el desapego de unos actos que no estimulan más allá de sus inicios mientras se mantiene al alza una curiosidad que poco a poco se evapora y se diluye al no ser alimentada con la fuerza y energía que deberían mantener su nivel.
Y una segunda parte de las consecuencias morales de los principios llevados a la práctica, de los daños colaterales a víctimas inocentes, errores imperdonables de cálculo fallido que pasan factura pero al que llegas desfasado y desmarcado, falto de ritmo y conexión afectiva respecto tu lectura cognitiva, una penetrante-fascinante interpretación de Jesse Eisenberg que se va alejando por falta de agudeza, alcance y perceptiva penetración, una oscura fotografía que no motiva a agudizar la mirada sino que congela y aísla, un resolutivo abandono a la par con el personaje y un proceder al que no le sacas el gusto y sabor placentero.
Un viaje por las mieles de la violencia justificada en aras del objetivo perseguido que no alienta ni causa debate, sequedad y distancia que anulan la posibilidad de compartir su aventura, que adormecen ante la impericia y letanía, ausencia de estímulo que te ayude a alcanzar un mínimo de entusiasmo o devoción por sus entendidos-malogrados heroicos actos, de compasión y tristeza por sus insondables heridas que yacen tras la caída de la explosión de los ideales, tras el devastador vacío que deja la nulidad y escasez de un combustible que te lleva a la sumisión, una excitante evolución que no vives con ilusión ni deslumbrantes ganancias a pesar de la captación racional de su intriga.
Personajes en tibio aporte definido en los que no se profundiza individualmente ni en correlación de compañía envolvente, un pausado andar que asfixia y desgana silenciosamente, un mensaje de acción cívica-ecologista con consecuencias dañinas para el alma y el ser de la persona que se percibe pero no se disfruta y que devalúa el precio de un contenido de valor y peso obvio que se espesa y no se recibe con la sabia y pertinaz claridad necesaria para diagnosticar a todo el conjunto de inteligente aporte a la complacencia y deleite panorámico.
Creencia y deseo de mejorar el mundo contra culpa y remordimiento de quitar una vida, concienciar la sociedad a costa de una existencia, peones que se cobra las convicciones altruistas de ejecutado caos y malabarismo torpe que no se aprecia con la debida magnitud, que se divisa con negativa ausente cautividad, un argumento tenaz y voluntarioso de guión apagado cuya pretendida siniestra opacidad no ayuda a su degustación y una escucha sin rebeldía que permuta en languidez de visionado y que desestructura toda la potencia de posibilidades que ofrecía.
Perspicaz audacia de lema temático, torpeza equivoca de argucia en su composición, elaboración y presentación al público