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    Críticas
    4,5
    Imprescindible
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    El regreso del mejor Tim Burton

    por Tomás Andrés Guerrero

    ¿Quién iba a imaginar que la estrafalaria película de Tim Burton Bitelchús (1988) tendría por fin su secuela en 2024? Pero, a pesar de las reticencias de muchos -debidas a la saturación de secuelas, 'reboots' y franquicias que pueblan el panorama cinematográfico actual- la continuación, ingeniosamente bautizada como Bitelchús Bitelchús, es uno de los grandes productos de entretenimiento de este 2024. Dirigida por Burton y escrita por Alfred Gough y Miles Millar, es una comedia fantástica: un viaje hilarantemente extraño, que nos trae el retorno de las mejores mentes creativas del Hollywood de los años 90.

    Hay una secuencia al principio de la deliciosa película en la que la canción 'Tragedy' de los Bee Gees acompaña al personaje de Monica Bellucci mientras los trozos de su cuerpo se desprenden de las cajas en el almacén de objetos perdidos del más allá, y se recompone a sí misma como si fuese un monstruo de Frankenstein del bricolaje. Un homenaje de Tim Burton a la literatura gótica. Esta es una de las muchas e inspiradas escenas de una ingeniosa secuela repleta de divertidísimos guiños a la original de 1988 y divertidas referencias eclécticas a la cultura pop, desde Carrie a Mario Bava, desde Soul Train a Donna Summer… ¡Sin duda estamos ante el retorno del mejor Tim Burton!

    Por si sus descacharrantes y grotescas escenas no fueran suficientes, el director n ha vuelto a reunir -con algunas excepciones como la de Jeffrey Jones, aunque el realizador californiano la suple de una manera muy ingeniosa- a su equipo original, incluido el compositor Danny Elfman. A la mezcla, ha añadido un elenco perfectamente elegido de nuevos nombres (Willem Dafoe, Jenna Ortega, y la ya citada Bellucci) y ha conseguido una maduración del mundo que construyó a finales de los 80: desde la sala de espera del Más Allá hasta la mansión de la familia Deetz en Winter River. Una auténtica gozada para los que fuimos acérrimos seguidores del cineasta en su día.

    Aprovechando el espíritu grotesco y desenfadado de uno de sus éxitos perdurables de la época dorada, el director parece totalmente revitalizado. Hollywood en su búsqueda de la franquicia eterna y las marcas cinematográficas, nos ha enseñado a sospechar de productos como este, por lo que también hay algo reparador para el público en la experiencia de resucitar una película con una secuela que es realmente divertida, por no hablar de una que afirma su propia razón de existir.

    El apenas uso de CGI en favor de los efectos prácticos, la implicación de todos los actores y el equipo técnico, la evocadora partitura de Elfman… Se nota que Burton y los suyos lo han pasado en grande rodando esta secuela. Y, sin duda, el espectador también la disfrutará con creces.

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