Un pueblo aislado, una carretera fantasma y una comunidad de tan sólo 35 habitantes. Darwin es una localidad norteamericana situada en Death Valley (California), cuyo peculiar universo ha servido como escenario para este documental de Nick Brandestini. Se trata de una historia en la que los personajes tratan de encajar su día a día sin gobierno, iglesia o incluso niños. El cierre de la mina que dio trabajo a los habitantes del pueblo hasta los años 70 supuso la lenta desaparición de la vida del pueblo. Ahora, los vecinos siguen coexistiendo bajo la presión de que su supervivencia depende de un riachuelo de las montañas donde se prueban bombas. Un accidente con dicho armamento podría acabar con todo Darwin.
Lo insólito del lugar hace que las relaciones entre los residentes sean intensas. Monty, viejo minero que se instaló en la localidad en los años cincuenta, vive con su mujer Nancy. Su historia es muy distinta a la de Susan, jefa de correos cuyo carácter e idealismo de tintes hippies la mantiene más alejada de los demás vecinos. Las historias de Hank, Connie, Penny, o Ryan se irán entretejiendo poco a poco en un documental que supone ya el cuarto título para el realizador suizo.