Personaje central alrededor del cual gira toda la película e interpretado magníficamente por Ingrid Rubio, esencia primordial -y casi única- de todo el por qué del relato; actriz que despliega todo su encanto, arte interpretativo , manifestación de un talento derrochador y, por la cual, vale la pena toda la historia. Envuelta en aires de flamenco, es una historia natural, fresca y llena de vida aunque, al mismo tiempo, previsible y de poca imaginación, con un pronóstico fácil de realizar sin miedo a equivocarse. Pero, con todo, su contemplación es agradable y amena, divertida por momentos, lacrimosa cuando es oportuno, sin exceder en cada uno de sus puntos; sencilla y cómoda de digerir, su alegre fotografía, su agitanada banda sonora, la gracia de su protagonista, unos buenos secundarios y un ambiente, contexto familiar, vecinal, de asequible afinidad y con el encanto español de nuestra tierra -cliché puro- componen un conjunto de aprobado, de un correcto calado emocional, nada empalagoso ni indigesto, que no embelesa notablemente pero lo hace lo justo para poder afirmar su visionado y garantizar diversas emociones mundanas, terrenales sin grandes aspiraciones; sólo ser compartidas y gustar.