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103 notas
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7 Críticas del usuario

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cine
Un visitante
3,5
Publicada el 28 de septiembre de 2019
En mi opinión una buena película donde destacan las interpretaciones, la ambientación y la fotografía. Un producto notable de un realizador que aporta y sabe generar sensaciones. No gustará a los amantes de la velocidad y el espectáculo. Esta película es cine, y merece invertir el tiempo necesario para su visionado.
3,5
Publicada el 2 de marzo de 2015
[...] La historia es muy sorprendente con un final impactante e inesperado que sucedió realmente. John du Pont ofreció de manera altruista su finca y su dinero para ayudar a un grupo de luchadores a conseguir medallas. Pero es un tipo extraño, el ambiente junto a él es opresivo y la relación entre du Pont y Mark se siente peligrosa, aunque le ofrece apoyo emocional y admiración, Mark no termina de fiarse. La situación no mejora con la llegada de Dave, el luchador que du Pont siempre quiso en el equipo. La trama se desarrolla con un ritmo lento, de un modo sutil se van desarrollando los acontecimientos, con largos silencios que hacen aumentar el suspense y la presión, junto a la certeza de que algo terrible va a pasar.
Sin embargo, lo más sorprendente no es la historia, si no la asombrosa caracterización de sus tres protagonistas, Steve Carell completamente irreconocible y en un registro muy distinto de las comedias a las que nos tiene acostumbrados, una gran interpretación la suya que le ha valido una nominación como mejor actor protagonista. Channing Tatum habla poco, pero su lenguaje corporal, sus miradas y la rigidez de su mandíbula expresan toda su ira interior. El tercero es Mark Ruffalo, un actor de gran talento que suele ser infravalorado y de nuevo vuelve a regalarnos un personaje fascinante que también ha recibido una nominación al Oscar como mejor actor de reparto.
Foxcatcher es un fascinante y tenso retrato de como la obsesión puede tener trágicas consecuencias, protagonizado por unos personajes oscuros, maravillosamente interpretados por Carell, Tatum y Ruffalo.
3,0
Publicada el 8 de febrero de 2015
Todavía la estoy asumiendo. Sigo dando vueltas a la película intentando buscar algo más, esa cara B inquietante que te hace pasar del aburrimiento a la euforia en cuestión de segundos.

Su principal fallo es el ritmo. Es exageradamente lento. Planos cortos que se suceden sin repercusión alguna. Dos horas sospechando que Steve Carell tramaba algo y al final.... sufridla! y sabréis como es el final (si es que lo hay).

Steve Carell está soberbio, transmite una grima indescriptible en cada gesto. No entiendo la nominacion de Mark Ruffalo ya que no hace gran cosa y me falta la de Channing Tatum, que aunque nunca ha sido santo de mi devoción, en éste caso, ÉL ES LA PELÍCULA.
3,0
Publicada el 8 de febrero de 2015
"¿Qué quieres ser John?, quiero ser el mejor, el campeón del mundo", deseo cuya petición equivocó su destino y llegó en forma de notable malicia de horror y masacre que nunca jamás en la vida podrá olvidar.
La catástrofe y desgracia, disfrazada de bendita suerte y fortuna, de toparte con un lunático y feroz lobo, devorador de despistados y bonachones corderos que intenta comerse a caperucita, con tentación jugosa de promesas suculentas de éxito soñado siendo, su familiar de consanguinidad, quien reciba el mordisco letal de colmillo hambriento que destroza y desgarra sin piedad, lástima ni comprensión.
La realidad siempre supera a la ficción, sentencia diestra y clarividente que se confirma rotundamente en este filme que se abstiene de penetrar en la locura, desquicio y maldad de una cabeza errónea, ida, inestable, frágil y fugaz de cordura que se creía una mezcla de Jesucristo y el Dalai Lama y quien recibía, de los árboles, mensajes y directrices de funcionamiento y vida y por donde pasa, simplemente, con levedad poco inquisitiva, a través de los puntos básicos y esenciales para diseñar y confeccionar, con moderación y mesura, la historia a su gusto, distorsión que dista mucho de la esperpéntica realidad y que se limita ha que quede reflejado, a grandes luces, la barbarie extraña e inhóspita de un ser perturbado y confuso que buscaba ser padre/amigo/líder/mentor/ejemplo de existencia y conducta de sus progenitores y que, en cierta manera, logró parte de su propósito de ser alguien importante a rememorar pues, pasó a los anales de la historia para nunca más ser olvidado.
El filme se mantiene y sobrevive gracias a la profunda, carismática, cautivadora y explosiva interpretación de sus tres protagonistas, dirigidos magistralmente por Bennett Miller, director que logra sacar y exprimir lo mejor de sus actores -no así de sus guionistas-, un Channing Tatum que se gana el respeto de sus, hasta ahora, detractores, un Mark Ruffalo emotivo, cordial, impactante con una actuación sincera y loable de verdadero hermano al cuidado y preocupación de su familia y, un impresionante y sorprendente Steve Carell que demuestra su ya conocido y sobrado arte, también, dentro del drama, más allá del fantástico cómico que todos hemos conocido ser desde sus inicios espectaculares, pues los hechos son narrados con desconcierto, pasividad y lentitud, lectura espaciada en su sincronización que fatiga y te distancia del metraje y sus marcados eventos, una imperdonable ausencia en su explicación aclaratoria, en su confirmación informativa de los atractivos y escalofriantes sucesos que tuvieron lugar y que deberían dar pie a un abrazo consistente que motive y seduzca, con fuerza y energía inusitada, para no perder ni un segundo de lo que hubiera sido antención fija e inmóvil en la pantalla pero, se transforma y conforma en pinceladas oportunas que mantienen, con liviana complacencia, tu interés y percepción, torpe levedad manifesta que, con lamento y pena, es lo bastante acechadora para interceptar su fructífera y suculenta degustación, su rebosante consumo y descubrimiento, con vocación plena.
Es historia real ocurrida en los 80 y sólo por ello, respetas y consideras con cariño, aprecio y pundonor su relato, un medallista olímpico, con aspiraciones mundiales, atraído por la oferta deportiva de un excéntrico y desquiciado magnate fanático de los pájaros, las armas y del esfuerzo, constancia y coraje necesarios para la práctica del deporte, en especial, obsesión por la lucha grecorromana, y un hermano mayor más lúcido, sentido y cabal que sabe de la extrañeza e incógnita de dicho personaje pero, que se deja llevar por sus promesas de triunfo y grandeza y comprar por su siempre dispuesto, generoso y beneficioso talón de cheques, lucro de alto precio a pagar que no se detiene ante miramiento alguno y actúa con lascividad incrédula que asombra y desmorona un descorazonador desenlace que deja muda el alma.
Si conoces la historia, te sabrá a poco, en caso contrario, resultará anécdota curiosa a rematar, con vistazo a google, para redondear las excesivas y obvias lagunas que aquí se observan, atrapa para soltar, volver a enganchar, moderar su andadura y acelerar su pulso decaído en la recta final, construye un camino cuya expectación de resolución perdona sus idas y venidas emocionales, un letargo de mirada reposada con escapes breves que igual succiona que se despega para aspirar de nuevo su aire tóxico y acomodarse a su escasa oferta de apetencia malograda por momentos, comprometida por otros, donde acabar sentenciando, con un rotundo y afirmativo positivo alto, el resultado obtenido.
Desbarajuste que espera demasiado de sus silencios, pausas y eternas miradas y ofrece poca comunicación hablada de diálogo necesario para su sabrosa recepción y disfrute continuo no sólo intermitente, el cual se compensa anulando sus perceptibles carencias y quejas con su fatídico veredicto final de herida sangrante, tiro mortal y recordatorio martirizante.
Un bello y encantador cuento de inicio sospechoso, andadura turbulenta y marea inquieta que se desviste, por fin, brutalmente y a la fuerza para mostrar su escondite de horror y oculta pesadilla que certifica que nada es gratis en este mundo, que nadie da todo por nada, que cuando la fortuna llama a la puerta asegura las ventanas y que, a caballo regalado ¡mírale los dientes, por si acaso! y evitaremos mordiscos inquietantes que aniquilan el espíritu, destrozan vidas y arrasan con todo tu ser arrastrándote a una pesadilla tortuosa de recuerdo de un sueño que, una vez pudo ser pero nunca jamás será, bajada a los infiernos donde por siempre vivirás.
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