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    Midiendo el mundo
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Midiendo el mundo

    Doble 'biopic'

    por Quim Casas

    Puede que la ajetreada vida personal y científica de los dos protagonistas de Midiendo el mundo diera para un par de películas independientes, pero el cineasta alemán Detlev Buck ha decidido contar ambas peripecias de manera paralela en un solo filme. Y como las líneas paralelas tienden a encontrarse, que es uno de los principios sobre los que trabajó uno de los personajes retratados, el matemático Carl Friedrich Gauss, el relato converge finalmente hacia un encuentro físico y emocional entre los dos. El biopic es doble, pero el fin último es único: la relación, casi en el ocaso de sus vidas, entre dos influyentes científicos alemanes del siglo XIX.

    Gauss, especializado en la teoría de los números, pero también astrónomo y hábil geómetra, está considerado uno de los matemáticos más importantes de la historia contemporánea. El otro personaje del filme es un poco más conocido. Se trata de Alexander von Humboldt, astrónomo, geógrafo, explorador, botánico, vulcanólogo ornitólogo y naturalista. Es el padre de la astronomía moderna y hay rasgos en su obra y personalidad que lo asemejan al aventurero Werner Herzog, razón de peso por la cual Edgar Reitz decidió confiarle el papel de Von Hulboldt al director de Fitzcarraldo en Heimat-La otra tierra; es un visto y no visto, pero Herzog se pone muy en el papel de este científico viajero que, como cuenta Midiendo el mundo, realizó una larga expedición por el Amazonas y el Orinoco en su intento de medir la distancia de la Tierra.

    Precisamente el título de la película es lo que une a tan distintos personajes, el más extravertido Von Humbold, que hizo de su vida un viaje permanente, y el más introvertido y sedentario Gauss, quien sacrificó buena parte de su vida personal en pos de las mediciones aritméticas del mundo conocido. Poco amor y mucha algebra.

    Las dos peripecias, trufadas de pequeños detalles que sirven para trazar sutiles nexos de unión entre ambas –una mariposa azul, una recepción en la tarada corte alemana de la época, un plano del camino que recorre Gauss en su carruaje invirtiéndose en la imagen del cauce amazónico por el que navega Von Humbold–, nos ofrecen visiones variopintas y contrastadas de la ciencia y en ansia de conocimiento, de la aventura y la razón en tiempos bárbaros, del choque entre culturas y civilizaciones en todo lo que atañe al viaje de Von Humbold hasta las faldas alucinatorias del monte Chimborazo.

    No es la aventura en manos del citado Herzog. Todo resulta más simple y modesto, algo acartonado en algunos momentos. No es cine alemán de ruptura. Pero Midiendo el mundo tiene la extraña atmósfera y encanto que proporcionan sus dos singulares personajes principales.

    A favor: la forma en que conviven las dos historias hasta hacerse una.

    En contra: demasiado académico para tratar de personajes tan desbocados.

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