“Incredibles 2” ratifica a Los Parr como una de las mejores familias de la historia del cine.
Por suerte o destino, mi infancia, como la de miles de seres humanos más, estuvo fuertemente influenciada por las complejas historias de Pixar y Disney, aquellas que veía sin prejuicio o critica alguna una y otra vez por televisión, obras que siempre significaban un divertimiento sano, dotado de mensajes y calidad. Si hoy en día revisitara esos filmes, posiblemente dudaría de ciertos aspectos debido al paso del tiempo y es algo que sucede con total naturalidad pues acorde a la edad o estado del espectador una película puede ser percibida de miles de maneras diferentes. Lo que si seguiría en pie con inmarcesible solidez es la opinión de que son obras audiovisuales de órdago, estas fueron las inauguradoras de una cinética era digital para la animación que actualmente continúa tanto destruyendo la taquilla como emocionando y enseñando a los nuevos pequeños con creatividad, corazón y esfuerzo. Pese a que no se podría afirmar con convicción que cada uno de los estrenos de las compañías a partir del nuevo siglo son clásicos cinematográficos, sí que son piezas de arte integrales que derivan en prolijidad visual y ejecución argumental pero que mantienen viva— aunque muchos renieguen —esa fórmula Disney que inspira esperanza, unión, perdón y superación.
Es por esto que la primera historia de la familia Parr es tan íntimamente intocable, al igual que unas cuantas hermosas piezas cinematográficas más. Aún con sus pequeños desaciertos, agitó el género de superhéroes e instauró algunas reglas a seguir para las demás historias animadas gracias a una historia poderosa llena de mensajes y unos excelentes personajes, los cuales daban justo en el clavo, minimizando el rango de error en cuanto al efecto de la escritura; es otro largometraje de Disney-Pixar que perdurará por siglos.
Una secuela fue una determinación peligrosa por parte de la compañía que dejaba una cierta preocupación entre los fanáticos, pues como referencia, por un lado, teníamos la secuela/spin-off “Finding Dory” de Andrew Stanton, la cual se quedó lejos de alcanzar el impacto del gran clásico marino, y por otro lado estaba “Toy Story 2” del exjefe creativo de Pixar y Walt Disney Animation Studios John Lasseter, la cual dio con la formula maestra para potenciar los buenos elementos de la primera y mezclarlos con unos nuevos y mucho más interesantes. Cuando se anunció que el mismísimo Brad Bird seria quien dirigiría esta nueva historia las aguas se calmaron un poco, ayudó adicionalmente el tiempo entre un filme y el otro— tan solo ¡14 años!. — Hoy ya es posible descubrir el trabajo de todo este tiempo y, a decir verdad, el largo final consigue mantenerse en pie por sí solo gracias al regreso del elenco vocal original, la conservación del estilo de animación de esa época, una historia moderna con repercusiones interesantes y unos cuantos parámetros que, a pesar de que no eclipsan algunas decisiones perjudiciales, al menos consiguen llegar a buen puerto con una mezcla de géneros cinematográficos no tan miscibles en el panorama actual.
“Incredibles 2” es una película importante, una secuela inteligente que expande su universo animado mediante una historia radicalmente diferente que refresca la escena moderna tanto de la animación como de los superhéroes. Aun cuando hemos visto en pantalla tramas impulsadas por un cambio de roles entre hija y madre (“Freaky Friday”), criminal y chica pesada ( “The Hot Chick”) o amigo casado y amigo soltero (“The Change-Up”), la mayoría de estos intercambios de vida eran provocados por algún tipo de objeto mágico o hechizo, ya sea una galleta de la fortuna, un par de pendientes u orinar en una fuente sagrada, esta vez, son los mismos personajes los que se ven obligados a trocar actividades para no ahogarse, un tema de supervivencia monetaria que les compele a hacer grandes esfuerzos. Poner al narcisista y en cierto grado machista Bob Parr / Mr. Incredible en jaque ante el fabuloso nuevo trabajo de su esposa es una arriesgada jugada de los escritores que, incluso si suena cliché, capacita a la historia a predicar que las labores de la casa y de la familia no son nada fáciles y que no son tarea de un solo miembro.
En el apartado de la familia, la película encuentra un millar de maneras para explotar el potencial cómico de cada integrante con situaciones cotidianas y representativas que usan la personalidad definida de cada hijo para construir secuencias hilarantes. De cierto modo, en esta aventura, Dash pasa a un segundo plano con su humor cimentado en las líneas de dialogo, esta vez, se pone mucho más énfasis en Violet, quien con su sub-trama romántica cala en la historia general con soltura y seguridad. Pero, no hay que negarlo, Jack-Jack se roba el filme entero ganándose con honores ser uno de los personajes más divertidos de este 2018. Las matemáticas, los problemas amorosos, la cena, la escuela, la educación y las lecciones personales nunca habían sido tan entretenidas en un filme animado.
Claramente la madre es el personaje que recibe principal atención y tratamiento, alguien que se ve forzada a dejar a un lado a sus hijos y esposo por tiempo indefinido para hacer legal lo ilegal. Hay un discurso y un debate ficcional fuerte y jugoso en el asunto de la legalización de los superhéroes, un propósito que pasa por varios obstáculos dignos de discusión. Helen, siendo el nuevo punto focal en la trama, se convierte felizmente en uno de los mayores pros de la secuela pues son insuficientes las películas animadas que sitúan a una mujer en el papel protagonista con tan valiosa destreza argumental. Es un gran paso para la representación femenina en el mundo audiovisual ver no solo como una mujer acapara toda la historia sino también como trastocan la estereotipada concepción de madre; de igual forma, muy pocas decisiones se siente sintéticas u ofensivas ya que el relato se toma el tiempo correcto para el característico planteamiento y desarrollo de Bird en la parte visual y narrativa, un balance en donde la parte cómica tiene lugar, principalmente, en casa, mientras los acontecimientos más serios entre las calles de esta gran urbe. En un momento determinado Voyd, un personaje con aires de Kristen Stewart al que pone voz Sophia Bush, cuestiona a Elastigirl sobre cómo es posible que pueda nivelar su vida como héroe y su vida familiar, y aunque nunca es resuelta por la heroína, el mismo filme se encarga de responder no solo su caso, sino el de cada miembro de la familia.
Mientras el señor Parr hace los quehaceres familiares, Elastigirl acepta la oportunidad para reintegrarse en el medio, como aquella heroína que pateaba los traseros de carteristas y rateros años atrás. Dejando de lado pequeños malhechores, el Screenslaver es su principal objetivo, un antagonista de la nueva era que sirve como comentario duro y puro al control de masas a través de la información que sobresaturan los medios de comunicación minuto tras minuto. Este villano ejecuta su rol de manera interesante por lo menos hasta que el previsible gran giro de tuerca toma lugar, a partir de ese punto, este debe retomar fuerzas de donde pueda con el fin de no dejar ir por la borda la amenaza que había significado durante los primeros cincuenta minutos. En una cinta de superhéroes, el villano es un aspecto cardinal para el funcionamiento del filme y el mismo Brad Bird opta por seguir rompiendo moldes de genero situando hombro a hombro a protagonista y antagonista, sin embargo, es notable que el villano no recibe un diseño lo suficientemente fino e inteligente para evitar predicciones sobre su identidad, del mismo modo, aun para los parámetros de una cinta de animación, su conclusión es superflua y desconcertante. A pesar de esto, el importante mensaje, trasmitido por el disfraz y sus poderes, se mantiene vivo en la cabeza después de salir de la sala.
Mención de honor para un par de emblemáticos personajes que tienen derecho a ser parte de la cultura popular moderna del cine de animación. Es correcto, es la odiosamente encantadora Edna Mode, la cual, irónicamente, se roba el show completamente al igual que en el primer filme con su diseñadora colérica y súper rica gracias al fabuloso trabajo de los escritores. Pero con Jack-Jack, quien soporta sobre sus pequeños hombros los mejores gags, se forma una dupla explosiva, en cuestiones de comedia por supuesto. No es sorpresa que ya se insinúan proyectos propios para algunos de ellos dos, sin embargo, Disney tiene las cosas bien claras, y eso nos alegra.
La animación no está en los mismo niveles de detalle de las grandes proezas visuales de la compañía, pero no se debe a un trabajo mediocre y mal hecho, es porque la cinta toma lugar minutos después del primer largometraje, es decir, deciden permanecer en la misma línea temporal de hace 14 años, defendiendo las texturas y estilos de animación, manteniéndose plenamente fieles a la sencillez de los rasgos proyectados en esa época, un mundo en donde el realismo no tiene que ser parte de la ecuación. Hay pocos paisajes con los que sacar jugo a las imágenes, por el contrario, la película mantiene configuraciones urbanísticas para desplegar la mayoría de la trama. Secuencias verdaderamente llamativas para al ojo pueden ser contadas con los dedos de una mano, en cuanto a la fotografía, se encuentran solo un par de significativos cuadros, el mejor: Bob subiendo las escaleras agotado con sus dos hijos varones en brazos, una proeza que encuentra belleza en lo emocional. Que Pixar no entregue un producto complejísimo visualmente es entendible, pero hay un personaje que sobrepasa el límite, es decir, cuando lo veía parecía que estuviera viendo a un personaje de un videojuego de consola de 2005, parecían de goma sus expresiones. El personaje de Bob Odenkirk, Winston Deavor, es de cera.
Dejando mucho que desear con su score para “Fallen Kingdom”, Michael Giacchino retoma su puesto con la fuerza y experiencia acostumbrada en la mayoría de sus trabajos. Con una carrera como compositor con más de 128 créditos entre videojuegos, cortos y largometrajes, Giacchino crea de nuevo una excelente banda sonora para esta secuela animada, una que es igual de efectiva y emocionante tanto en los más deslumbrantes set-pieces como en las escenas más sencillas, hay pasión en sus melodías, las cuales no se quedan en simples adornos para las imágenes, pues incluso llega a robársele el protagonismo, composiciones modernizadas pero fieles a las del primer filme. Otro gran trabajo de un gran compositor.
“Incredibles 2” de Brad Bird es una continuación inusual, pues conoce como trasmutar en un filme muy actual con un molde que respeta el universo creado hace ya catorce años. Indubitadamente, sus mayores cualidades las encuentra en el aplaudible protagonismo femenino, el lúcido montaje que balance comedia y drama como solo Pixar lo sabe hacer, un soundtrack más que absorbente y un tratamiento narrativo hechizador que sencillamente no sería posible sin la gran facultad de Bird, el monumental grupo de trabajo y el increíble cast vocal liderado por Craig T. Nelson, Holly Hunter, Samuel L. Jackson y Catherine Keener. Llena de mensajes de representación, igualdad, familia y actualidad, esta divertida comedia familiar es un paso hacia adelante para la animación y el género de superhéroes y otro fantástico bombazo de una compañía que honra sus grandes joyas de antaño, que se adapta y empuja sus nuevas obras hacia adelante con herramientas modernas que no pasan por encima de sus raíces.