Biopic sin clase
por Paula Arantzazu RuizSi el verano es tiempo de superhéroes, el invierno se presenta como la temporada de biopics. Tan lejos, pero tan cerca: a pocos se les debe escapar que Diana de Gales fue para muchos británicos una súper heroína capaz de hacer temblar los sólidos cimientos de la monarquía por excelencia, la británica, claro. ¿Sus poderes? Un rostro naïf, casi angelical, una poderosa caída de pestañas y una hábil estrategia con los medios de comunicación.
El biopic sobre Lady Di que ahora llega a nuestras pantallas firmado por Oliver Hirschbiegel, quién ha pasado de retratar el hundimiento de Hitler a filmar el de Diana de Gales (¿parecidos razonables?), busca ser la crónica de los dos últimos años de la princesa ahondando en su vida alejada de la agenda monárquica tras separarse de Carlos de Inglaterra, y, más en concreto, ahondando en su relación con el cirujano pakistaní Hasnat Khan.
No vamos a engañarles: este trabajo no pasará a la historia como un prodigio cinematográfico, por mucho que sus artífices (Hirschbiegel, Naomi Watts y Naveen Andrews) se esfuercen en que nos creamos la excepcionalidad de la historia. Hirschbiegel adelanta tres o cuatro apuntes sobre el irreversible destino de Diana (su muerte) y sabe imprimir en pantalla el vacío con el que tuvo que lidiar esos años. Del mismo modo, Watts trata de imitar los gestos y la voz de corderillo de la princesa, aunque en ocasiones roce lo paródico. El gran problema de este biopic, sin embargo, es un guión tan flojo como previsible, que cree tener como punto fuerte el mostrar los problemas a la hora de cocinar de Lady Di.
En suma, 'Diana' se muestra a la postre como una hagiografia cursi que deja de lado uno de los aspectos más relevantes de su historia: su enfrentamiento con la Casa Windsor. Hay, por supuesto, una recreación de la famosa entrevista en la que declaró que en su matrimonio con Carlos eran tres personas, pero no profundiza en cómo esa confesión mediática supuso una piedra de toque en la percepción contemporánea de las totémicas monarquías europeas.
A favor: Es como leer una revista del corazón.
En contra: Es aburrida.