Y mi padre me contaba de niño...
"Escuche, señor, nos es imposible entender este mundo, lo entendemos tanto como el pájaro que vuela en el aire, hay mucho que ese pájaro desconoce pero, no cambia el hecho de que, el mundo, le sucede"...,éstas son palabras dichas por tu tío abuelo Forrest -un Tom Hardy como gran soporte interpretativo- tosco, áspero e introvertido, el gran apoyo y patriarca de la familia quien, a pesar de ser parco y seco en palabras, cuando hablaba, los demás callaban y a quien me hubiera gustado conocer mejor, siempre en compañía de su hermano Howard -un sólido Jason Clarke-, intrépido, loco, osado, guardaespaldas seguro y firme que nunca falla y, el benjamín de la familia, Jack, espíritu emprendedor con visión de futuro quien, en las manos de Shia LaBeouf, como narrador de las aventuras familiares, cumple limitadamente expresando sentimientos/mejora cuando se trata de correr, fardar y chillar y..., por aquel entonces, llegó bella damisela de la ciudad -una atractiva Jessica Chastain-, buscando refugio tranquilo en pueblo perdido, que será flor codiciada por quien no necesita expresar lo que su mirada deja claro como el agua más deseada más, un afeminado señorito -fantástico Guy Pearce-, adversario perverso, portador de avaricia y maldad, objetivo diabólico a eliminar y, un anecdótico famoso ganster de la época -un apenas saboreado Gary Oldman- cuya aparición es un cameo visto y no visto y..., no se si lo contado, basado en hechos reales según decía el abuelo, está magnificado y embellecido al dejarse llevar por el recuerdo imaginado de creerse su propia leyenda pero, ésta es la historia familiar de la cual soy heredero arropada por..., una perceptible fotografía seductora de gran contraste entre la naturaleza salvaje, hermosa, llena de luz y color del día y la opacidad lúgubre, tenebrosa, peligrosa e inquietante de la noche y, la escenificación del mundo del contrabando de alcohol que, la ley seca, forzaba a realizar amén de todo el entramado de poder, sometimiento, recelo y orgullo del nombre que portan, todo ello a través de una partida de póker que estaba a punto de iniciarse.
Cementerio esperando a los nuevos inquilinos pues, la muerte ronda en el ambiente y el espíritu de violencia, venganza, brutalidad de supervivencia reina por todas partes, "somos supervivientes, controlamos el miedo y sin miedo, somos todos iguales", al igual que sabes las cartas que se van a mostrar pues no es difícil anticipar el ideario de experiencia que se va a contar, unos pequeños valientes Sansón que resisten y sobreviven por la conciencia de su apellido y el coraje de la sangre que corre por sus venas, simplemente te acomodas a seguir los hechos, disfrutar de los avatares a la espera del gran colofón, explote y locura que observas venir, sólo que, a pesar de contar con ingredientes ideales para ello, cuando hace acto de presencia, no posee la fuerza, carisma y potencia codiciada, la pasión y fervor por estos personajes va y viene a retazos escénicos, unos más logrados/otros más débiles; sabes del conflicto pero la resolución es pobre y exigua, esperas las amenazas, tienes apetencia por las disputas, disposición al martirio, dolor y no-más-aguante que se revolverá a lo grande, la lectura del cuadro es clara "esto es una guerra y nadie sobrevivirá" pero, la riqueza de lo obtenido dista de saciar tu apetito, hay calidad en las partes, gratitud en la visión, sequedad gustosa en los sentimientos, sabrosa comunicación áspera en diálogos que cubren necesidades básicas, contenidos silencios de tirantez que avanzan la catástrofe pero, la globalización de todo ello no es el manjar que los ingredientes vaticinaban, se acepta y aprueba aunque, se ambiciona que la robustez perfilada coja mayor forma; las aguas del rio de la vida de los Bondurant no son abundantes, ni suculentas, su fruto es más bien tibio, no obstante, aún así, nadar se puede nadar entre ellas.
"No es la violencia lo que caracteriza a un hombre, es la distancia que está dispuesto a recorrer" y, el recorrido es costumbrista dentro del género y la época, la violencia válida y, este elenco de hombres cumple con la exposición de su indestructible existencia referida, itv aprobada con resolución grata pero, lástima de ese gustillo amargo de no perfeccionar ese punto de exquisitez que se huele pero no tasta, niebla que planea e impide desarrollar todas las posibilidades de una vista magnífica.
No son los intocables de Al Capone en Chicago, sólo un pequeña muestra de resistencia con su propia ley cuya inspiración argumental se ve limitada al recuerdo, exagerado o no, de las hazañas parentales pues, incluso en el recuerdo del más famoso contrabandista de todos los tiempos hay un toque de ficción e inventiva..., lo que no hay ni nunca hubo fue cutre escena final de enfrentamiento ni endeble secuencia artificiosa de calor alrededor de la lar donde se cuenta, a pequeños, las historias de los grandes.
¡Ya te podías haber currado un poco más la secuencia, que no tenías ninguna ley que te frenara!, ¿no?