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    Filth, el sucio
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    Filth, el sucio

    ¡Qué asco de vida!

    por Suso Aira

    He tenido un sueño: los tenientes corruptos de Ferrara y Herzog, el Torrente de Santiago Segura y el Bruce de Irvine Welsh/Jon S. Baird quedaban en un bar en plena ronda noctura con la plana mayor de La patrulla de los inmorales de Robert Aldrich/Joseph Wambaugh. Entre copaza y copaza, entre raya de coca, extorsión a camellos de poca monta y polvos gratis con putas maltratadas, este cuarteto policial se constituía en una suerte de Los Vengadores del mal rollo con placa saliendo a la calle, al cine encorsetado, meapilas y políticamente correcto actual, a hacer su justicia. Sí, fue un sueño, pero pagaría lo que cobro aquí porque se materializara. Resulta no sólo reconfortante que Filth, el sucio traslade de la escoria de papel literario al cine (casi) toda su mala leche y porquería provocadora, sino que existan un cine, el británico, y un actor mainstream con cara de niño bueno (James McAvoy) dispuestos a arrastrarse por la mierda, el vómito, el bestialismo y la incombustible sátira social de Jonathan Swift dopada con toda la droga más chunga de los rebeldes cachorros brit encabezados por el escritor Irvine Welsh.

    Por supuesto que la película de Jon S. Baird es una cruel radiografía de la miseria humana vista de manera positiva (igual que Robert Aldrich, arriba citado, fue un exegeta de la cobardía), un retrato cutre y extremo de esa alcantarilla que conocemos por vida. Es eso, y también otro vía crucis buñueliano y colocado de un personaje al límite sin ningún tipo de límites, ángeles caídos sobre sus propios orines de los cuales Abel Ferrara (también citado al inicio de esta crítica) sabe mucho y Werner Herzog (sí, arriba, arriba en el texto) convirtió en insospechados héroes de los surrealistas giros del destino y/o en el producto del trip de un caimán atropellado o una iguana fumada. Ambas cosas y, por encima de ellas, una descacharrante y ofensiva comedia destroyer, tan eficaz y brillante como el quinteto fílmico de Santiago Segura, a quien, claro, tuve presente en el sueño que dio pie a esta reseña.

    A favor: Es un bukake en toda regla sobre el espectador bienpensante.

    En contra: Que no puteen más a Jamie Bell

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