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Aquí está el debut como director en solitario del que para muchos amantes del cine es el mejor director de todos los tiempos o por lo menos no faltaría en un top diez de nadie. De lo que sí todos estamos de acuerdo es que Sergio Leone fue junto con John Ford el mejor director de western de la historia, y eso es indiscutible.
Ya hablando de este debut, estaba claro que Leone era un fanático del antiguo oeste americano, pero también de la antigua Grecia y Roma, ya que vivió su adolescencia y juventud rodeado de cine épico pero sobre todo del tan conocido por aquel entonces en Italia cine péplum. Por lo que Leone tras ayudar en el guión y codirigir algunas grandes obras de este subgénero de aventuras, el cineasta italiano se lanzaría en 1961 en la dirección de una película de este calibre.
Aunque hoy en día el género está completamente muerto, y siendo críticos este tipo de películas no tiene una fuerte narrativa de la que dar crédito al film, Leone si que supo adaptarse a esto de una manera estupenda. Creando así una gran película de cine péplum como las que veía el mismo de pequeño.
En la película destaca la música, la gran puesta en escena y la fotografía, sobre todo en los movimientos de cámara con unos travellings que sorprenden.
En esta cinta ya hay algo presente que Leone mantuvo he hizo mítico de su corta filmografia, como lo son esos planos y secuencias de persecuciones a caballos con una buena música a todo volumen, aunque nada comparable a la de Ennio Morricone tres años más tarde.
Las interpretaciones si que las debería destacar como algo negativo ya que simplemente son malillas.
La trama narra la historia de Daríos, un guerrero ateniense que visita la Isla de Rodas para descansar tras una extensa guerra.
Aunque descansar poco ya que en la Ciudad de Rodas se está librando un pequeña batalla contra un grupo de rebeldes que buscan acabar con la corrupción.
Y aunque de primeras Daríos este de parte del rey, varios hechos que transcurren durante su estancia hacen que esté se replanté el bando del que está.
Buena y entretenida está película de que le da el debut a él mejor director italiano de todos los tiempos.
Ya hablando de este debut, estaba claro que Leone era un fanático del antiguo oeste americano, pero también de la antigua Grecia y Roma, ya que vivió su adolescencia y juventud rodeado de cine épico pero sobre todo del tan conocido por aquel entonces en Italia cine péplum. Por lo que Leone tras ayudar en el guión y codirigir algunas grandes obras de este subgénero de aventuras, el cineasta italiano se lanzaría en 1961 en la dirección de una película de este calibre.
Aunque hoy en día el género está completamente muerto, y siendo críticos este tipo de películas no tiene una fuerte narrativa de la que dar crédito al film, Leone si que supo adaptarse a esto de una manera estupenda. Creando así una gran película de cine péplum como las que veía el mismo de pequeño.
En la película destaca la música, la gran puesta en escena y la fotografía, sobre todo en los movimientos de cámara con unos travellings que sorprenden.
En esta cinta ya hay algo presente que Leone mantuvo he hizo mítico de su corta filmografia, como lo son esos planos y secuencias de persecuciones a caballos con una buena música a todo volumen, aunque nada comparable a la de Ennio Morricone tres años más tarde.
Las interpretaciones si que las debería destacar como algo negativo ya que simplemente son malillas.
La trama narra la historia de Daríos, un guerrero ateniense que visita la Isla de Rodas para descansar tras una extensa guerra.
Aunque descansar poco ya que en la Ciudad de Rodas se está librando un pequeña batalla contra un grupo de rebeldes que buscan acabar con la corrupción.
Y aunque de primeras Daríos este de parte del rey, varios hechos que transcurren durante su estancia hacen que esté se replanté el bando del que está.
Buena y entretenida está película de que le da el debut a él mejor director italiano de todos los tiempos.
