El "Independence day" de los videojuegos arcade, con Adam Sandler como encargado de salvar al mundo, el líder de los Nerds, expertos perdedores que saben, como nadie, matar a esos monstruitos y darles la paliza que merecen pues, fueron horas bien invertidas las dejadas en esos añorados recreativos donde tenía lugar la vida social de tu adolescencia, colegas suceda lo que pase y contra el enemigo que se tercie, "todos para uno y uno para todos" hasta la eternidad.
Nuestro héroe y única esperanza de mantenernos vivos contra Don King Kong -¿quién no se acuerda?-, después de una fantástica partida de Pacman -¡siempre fue mi favorito!-, ocurrente fantasía hecha realidad que conserva la chispa, magia y simpatía de la anhelada máquina de los 80, virtualidad atacando el planeta tierra en un campeonato lleno de sonido, color, fuegos artificiales, fanfarronadas y el espacio debido para la amistad, romanticismo y merecido beso de la chica soñada, un espectáculo atractivo, divertido, de resonancia añeja y estructura superior a lo confiado.
Realmente construyen un juego entretenido, básico y efectivo, como los patrones de los que nace, distracción rápida y ligera, de cachondeo envolvente y coña competitiva por tan sólo una moneda que valía su peso en oro, más tres vidas por delante contra el terminator-pesadilla de cada cual para demostrar tu valía; ningún examen era más importante que registrar tu nombre como vencedor absoluto en el logro de puntos.
Conseguida configuración que provoca efectos positivos en su relajada visión, toques de humor, sensiblería, malos chistes, de parranda obtusa y una juerga alegre, dicharachera y solvente que distrae la velada con validez grata.
En la era en que los videojuegos ya no tienen esa presencia física de armarios empotrados en fila en la sala elegida a la que desplazarse, que viven ocultos, multiplicados y diversificados por cientos, miles ¡millones! en las redes de las pantallas de ordenadores, teléfonos, tablets -para dentro de poco, si no es ya realidad ignorada por la presente, en gafas y relojes, ¿por qué no?-, es de apreciado gusto y encanto que tomen vida para la grandiosa pantalla del cine, especialmente después de comprobar que no han hecho una chapuza con idea tan refrescante y original, que han tenido el detalle y esmero de cuidar el producto con una oportuna presentación de festivo recorrido y gracioso pasatiempo.
Teniendo en cuenta que ya sabes a lo que vas, temes hallar una garrulada de poco ingenio, que vende mucha promesa de hilaridad en el tráiler, para encontrar después el típico fiasco que vapulea tus deseos de un tiempo de holgazanería cognitiva y visión lela sin más interrogatorio y, por suerte no, ofrece levedad fructífera de encadenadas tonterías, hilvanadas por disparates sin propósito excepto salvar tu rato de ocio con el vicio de una refrescante, insustancial e improductiva partida de videojuego con los colegas para pasarlo genial.
Momentos más cansino que se compensan con otros de acertada agilidad, mediocridad con destellos puntuales de agudeza y tantos varios de torpeza, otoñales referencias a estación ya vieja en plena ola de calor de un verano ardiente, entretiene, gusta y apetece dentro del nivel de recreo al que pertenece, descansar, relajarse, sonreír cuando se pueda, reír si media y pulsar el interruptor de off, de parada momentánea para el pensamiento pues consiste en ver, oír, consumir y olvidar, digestión rápida, sin ningún tipo de esfuerzo, bien machacadita para que el estómago no se resienta en su labor cotidiana.
Un instalador sin expectativas, un tramposo ex presidario, un obsesivo acosador digital, un nefasto presidente de los Estados Unidos y la chica -siempre hay una-, barruntados con un desbordante número de píxeles, pulsamos el botón de star y..., ¡la guerra se ha iniciado!, ¡sólo unos ganarán!, los mejores en el arte de contar, esquivar, camuflar y eliminar, estrategia de años de dedicación, sin pausa ni lamento, pues bien orgulloso luce su nombre el rey de los Nerds, el ganador indiscutible, ¡the best!, aparte de ser el mejor entre los mejores dando besos, o eso dice la famosa leyenda magnificada por su socarrona fantochada.
Son simpáticos, hacen bobadas, se tiran señuelos, se creen guasones, te caen bien, es lo que venías buscando y te lo han ofrecido con disfrute y correción, hábil empleo de tu tiempo cuando no piensas hacer nada útil con él, excepto que transcurra y amenice.
Coge ánimo, fuerza, pulgares en forma y a matar gusanos, fantasmas, barriles, bolas de fuego o ¡el bicho que sea!
Mejor de lo que se esperaba.
Posdata: Pacman, de malo, ha hecho daño