La directora Elinot Burkett (que ganó un Oscar por un cortometraje documental), viaja a Zimbabwe y lo hace acompañando a un grupo musical llamado Liyana, formado por ocho discapacitados que intentan hacer de sus desgracias una forma de ayudar a la gente que está peor que ellos. En el país africano donde viven no tienen una existencia plácida precisamente. Además de sus respectivas incapacidades, tienen multitud de problemas entre los que destacan las carencias alimenticias de sus habitantes, la enfermedad del SIDA, convertida en una plaga mortal, la falta de recursos básicos... por lo que intentarán hacerle a la gente más amena su vida a través de su música y de su compromiso social. La música como una forma de esperanza dentro de un país roto, corrupto y que sus habitantes, incluso, lo consideran como maldito. Un canto a la vida y al optimismo para que las buenas vibraciones consigan llevarse todo lo malo.