Si has tolerado esta película te recomiendo que veas Once -te asombrará que sea del mismo director- para recuperar la fe en este tipo de filmes y disfrutar del placer de música espectacular, contenido asombroso, sensibilidad artística, emoción en las interpretaciones y arte, mucho arte desfilando por todas sus venas, la pureza de la inspiración creativa musical en estado puro.
¿Qué tenemos aquí? Un puro cliché andante, muy patético y atronador para ocultar su falta de carisma, de relevante interior, la total ausencia de sabiduría, chispa y gracia para mostrar su mensaje más allá de la bailable y pegadiza música y su ritmo sonoro que certifican su vacío total en los primeros 60 minutos.
Un representante venido a menos con una vida arruinada que arrastra su devastación por todas partes, por supuesto sumido en el alcohol, de aspecto desaliñado y figurante clásico del común perdedor, una cantante que cree en la belleza de las canciones con una triste historia personal apunto de abandonar, por supuesto optimista, soñadora y con un sano espíritu libre cuya ingenuidad no quiere mancillar, un encuentro espontáneo y ¡uaaahhhhhh!, la magia surge y a partir de ahí, rueda que te rueda con una facilidad y simpleza, encaje y perfección que ¡sobran los minutos de-relleno anteriores!
"La música es para los oídos no para los ojos", no le quito la razón porque mira si estoy entretenida viendo este relato que me he dado cuenta de los feos que son los dientes de Keira Knightley, ¡están montados unos sobre otros!
Fuera bromas, ni las canciones -frescas, ágiles y joviales- evitan mi alejamiento, falta de entusiasmo e interés y el hecho de no-poder-postergar-por-más-tiempo ¡mi aburrimiento!
Lo más triste es la exageración generalizada de su falso comienzo, de su continuación para aparentar ser genial, cool y molón cuando eres cutre, ñoño y penoso, fingidas habilidades que no llegan a puerto alguno excepto ofrecer un largo videoclip con cargante previa narración que agota y cansa.
De 104 minutos hay que esperar una hora para obtener algo de calidad y ritmo artístico, más del 50% del cortometraje sobra, es innecesario y secundario y ¡a ésto le dan una nota tan alta!
No se que le ha pasado a John Carney para pasar de su original obra a esta pobre imitación pero no esperaba este fiasco que sólo en su recta final alivia las penas y tristezas de sus escenas previas.
"La música es para los oídos no para los ojos" -me repito, lo se- entonces ¿por qué ofreces una primera parte para ser vista en anonadada y abatida contemplación y haces esperar tanto para escuchar algo de placer sonoro, deleite armonioso que compense la tediosa espera?
Algunos artistas, en sus conciertos, tienen teloneros que abren el espectáculo, amenizan el ambiente y preparan el camino para el gran show, aquí el previo aniquila la esperanza de disfrutar de las canciones y de su banda sonora que sí, sin duda, son fantásticas, brillantes y de sonrisa contagiosa pero difícil quitarse el aturdimiento previo, el recuerdo del aguante sufrido, ¡lástima de no haber empezado por el final!
Se ha querido ver en Begin again un Once again, por lástima Once sigue siendo ¡único!
Fallo en su intento de copia, imitación o repetición, quédate con el original.