"Todos queremos algo pero en silencio para que se haga realidad", frase muy bonita y sentida, dictamen proverbial de comienzo de cuento pero, Christophe Gans no se ha excedido en ese perpetuo silencio?, no se ha olvidado de contarnos el hermoso y deslumbrante romance entre la bella y la bestia?, de lucirse y explayarse con los profundos sentimientos que mueven a los personajes? Porque estos apenas se perciben, es tan tenue y sutil su presencia e impacto que transcurre cual delicada gota de lluvia que se aprecia durante escasos segundos antes de desaparecer en la infinidad del espacio, inhalación tan suave que apenas es percibida cual estrella fugaz vista y no vista; "Una vida por una rosa", frase poética y encantadora como lo es toda la estética de contraste de colores, el sublime despliegue de la inmensidad a tus pies unido al marcado límite de tu propia cárcel, palidez y tristeza de la naturaleza muerta junto al fascinante renacer de la vida y el amor, junto a la deseable pasión de un rojo imponente que cautiva tu mirada e hipnotiza la cámara, prisión y cielo reunidos en uno pero el público no debería sentir ese mismo fervor y entusiasmo, el exquisito arrebato de la obra narrada, de toda su esperada rica exposición? Porque la historia de amor pasa sin pena ni gloria, sin motivantes anhelos ni perturbada excitación, sin la fabulosa sensación merecida, sin el ímpetu y el brío buscados más allá de unos repetidos efectos especiales que ayudan a intuir la exquisitez, a concebir su dulce sabor aunque sin la consistencia debida, sin la amplitud merecida, una proyección tranquila y agradable, una percepción apacible poco deseada ante el placer de volar a las alturas, planear al más allá, ante la fascinación de un corazón cautivado, la ensoñación de un alma enamorada, la grandeza de narrar un cuento de amor/fábula deliciosa de hermoso recuerdo cuya presencia elegante y majestuosa no se corresponde con el despertar íntimo y delicado de las sensaciones que deben acompañar, una errónea reposada mirada que anula toda mítica esperanza de colapso total, impacto brutal, de inquietar y turbar tu calmada y plácida respiración y que va cediendo la posibilidad de un esplendor emocional y un suspirar eterno por la mustia comodidad de ver sin impactar, de observar sin participar, de no sentir el irrefrenable deseo de ser la protagonista de esta maravillosa fantasía. Ausencia de vaivenes que alteren todo tu ser y desvelen tu sueño profundo, ensoñación perdida ante la correcta pero poco fructífera presencia de una bestia que gusta pero no atrapa, una bella que agrada pero no fascina y un encuentro poco halagüeño que ni levanta pasiones ni encandila tus pupilas ni activa tus suspiros. Lectura bonita, placentera, relajada de una fábula que no te hace palpitar, de una fantasía que no te hace desear, de un cuento que no te hace soñar. Buscaba emocionarme..., ni eso!!!