Tengo sentimientos encontrados con esta película, por un lado es una historia sencilla y optimista de supervivencia que enamora por su inocencia y me ha parecido muy emocionante y conmovedora. Pero es precisamente ese exceso de candor lo que le da un aire poco creíble, los personajes son excesivamente simples y sus conflictos internos se dejan, a penas, sin explorar, a pesar de que hay mucho material donde profundizar, resultando demasiado simplista. Todo es muy bonito, el pueblo, los paisajes nevados, la mujer del alcalde, los asistentes sociales, la propia Liesel, parece mentira que estén en medio de la barbarie nazi, la visión del entorno histórico es demasiado edulcorada. Nada que ver con El niño con el pijama de rayas donde si era más palpable el horror del nazismo.
Tampoco me ha gustado que una historia que se desarrolla en Alemania, con personajes alemanes, es lógico pensar que aprenden a leer y escribir en alemán, sin embargo, todos los textos que podemos leer (los títulos de los libros, las palabras que no entiende y escribe en pared…) aparecen en inglés, no tiene sentido. Todavía no he dicho que la historia está narrada por la muerte, sí, la mismísima muerte. Una muerte de voz dulce y palabras amables que hace que todo se sienta muy raro, aunque esto no es culpa del guion, es el narrador que aparece en el libro y que aquí no termina de encajar.