Los años setenta bajo otro prisma. Soy fan de este tipo de películas. El ver reflejado los años setenta de una forma tan visceral. Creo que mitificamos tanto otras décadas no por las películas en si que se rodaban en aquellos años, sino más bien por el fenomenal trabajo que realizadores como Mark Christopher ('Studio 54', 1998) o Paul Thomas Anderson ('Boogie Nights', 1997) han hecho anteriormente. El caso de hoy va un paso más allá. David O. Russell ('Tres reyes', 1999; 'El lado bueno de las cosas', 2012; 'The Fighter', 2010) ha elaborado un fenomenal biopic de un don nadie que vive obsesionado por encontrar su sitio en la vida. Con un marco incomparable: Atlanty City a finales de la década de los setenta. Una época convulsa donde se explotaría a nivel social, económico y cultural. Un golpe de efecto nominado a 7 Globos de Oro (me parecen pocos) en el que podemos ver pinceladas de Scorsese, un poco de P.T. Anderson y un espectacular trabajo del propio Russell tras la cámara y el guión. El reparto es cosa aparte. Sólo un adjetivo: magníficos.
David O. Russell ha sabido trasladar una historia real acaecida entre 1977 y 1980 (operación "Abscam") a la gran pantalla de manera soberbia. En vez de narrar unos hechos de manera lineal o automática y presentarnos la historia de lo que ocurrió a modo de semi documental (algo que por fin ya ha perdido fuerza en el cine de hoy), el director nos relata la vida de tres personas involucradas en una gran mentira. Unos personajes que entrelazan sus vidas con las de los demás. Un puzzle de emociones, sentimientos encontrados y mucha pasión envuelto en el marco de una operación policial. No coge los hechos y los analiza, sirven para su verdadero propósito. El buscar un sentido a nuestra felicidad. Cómo llegamos a ella, qué hacemos por conseguirla y sobre todo, cómo intentamos que lo que creemos sea real.
Un Christian Bale en estado de gracia, compone un personaje lleno de giros, matices y fuertes rasgos de personalidad que se sublevan o supeditan al son de los golpes que su atribulada vida le va propinando. Desconocido como últimamente le hemos visto en pantalla, el trabajo de Bale llega a los límites que él mismo se puso en la extraordinaria 'El maquinista' (2004). En donde allí había sombras aquí hay contrastes. Muchos y excelentes. Sobrecoge sus cambios de registro, lleva al público los miles de detalles que nosotros mismos tenemos en nuestra vida común. Su personaje se sobrepone o se hunde dependiendo de con quién esté, no en la situación en la que esté. Casado y con un hijo es vulnerable; con su socia y amante es metódico y audaz; con el agente del FBI que le manipula es ambiguo y defensivo; con su nuevo amigo el alcalde (Jeremy Renner) descubre sentimientos que no conocía... todo un despliegue de emociones que cautiva.
Pero no sería justo encumbrar a Bale sin el resto del reparto que están descomunales en sus roles. Desde la ambiciosa Sydney (A. Adams) que sólo busca la verdad en las personas, aunque para ello utilice la mentira; a Richie Tomaso (B. Cooper) que compone un extraño agente federal que vive de una imagen exterior que nada tiene que ver con su realidad; un alcalde, Carmine Polito (J. Renner), que refleja la honestidad desde la ignorancia; la desconcertante esposa de Irvin (C. Bale), Rosalyn (Jennifer Lawrence), que juega sus cartas según sus necesidades, intentando únicamente no estar sola.
Un elenco de secundarios que pasan de puntillas pero que refuerzan la historia a cada minuto de proyección. Los pequeños flashbacks que el director propone para contarnos detalles de cada personaje, son verdaderos homenajes al cine de Scorsese. El mejor de ellos es la aparición de una leyenda, Robert DeNiro (Victor Tellegio) que ni siquiera aparece en los créditos. Su personaje, de apenas unos minutos, apabulla, asombra y nos devuelve al DeNiro de 'Casino' o 'Uno de los nuestros'. Irreconocible, con sólo una mirada hace crujir los cielos.
Una espiral de mentiras, dobles giros, falsas identidades, emociones encontradas, deseos, fantasías, aires de grandezas... todo por perseguir un sueño: ser felices. El verdadero mensaje que Russell nos propone es la búsqueda de la felicidad. Nos disfrazamos para encontrarla, volvemos a disfrazarnos para conservarla. Pero sólo nos descubrimos cuando la perdemos. Bajo el manto de una conspiración para detener a políticos sobornados, director y actores nos brindan un magistral trabajo coral. A nivel técnico, juega con transiciones muy típicas del cine de Russell, acostumbrado a darnos una pequeña sorpresa final siempre en sus películas. Aquí no podía ser menos. Los temas musicales elegidos como acompañamiento son sencillamente brillantes, casi tanto que no percibimos que tras la banda sonora original se encuentre el gran Danny Elfman ('Batman', 1989
Es tal el trabajo de director y actores que se nota la complicidad que unos y otros encontraron en trabajos anteriores con Russell. Jennifer Lawrence, Robert DeNiro y Bradley Cooper ya pudieron demostrarlo en 'El lado bueno de las cosas'. Bale y Adams tuvieron su momento en 'The fighter'. En esta ocasión, los cuatro se reunen con el mismo autor para ofrecernos una pequeña joya de cine que nos habla de felicidad, mentiras, sueños, falsas apariencias y soledad. Algunos se quedarán en lo superficial, en que es una típica obra de crimen organizado teñida de comedia agridulce. Pero Russell va más allá. Como el personaje de Christian Bale dice en el film: "La vida no es blanco o negro. Es extremadamente gris".