Una película entretenida no tiene que ser necesariamente buena. Eso es lo que sucede con Asalto al poder. Los ingredientes durante los primeros cuarenta minutos están bien colocados. Después, a medida que va pasando el metraje, el guión empieza a complicarse hasta el absurdo, y la película simplemente se cae. Alguna de las tracas finales son hilarantes. Pero el batacazo hubiera sido mayúsculo de no estar ahí Jamie Foxx, y lo mejor de todo, el gran James Woods, que es el personaje mejor construido de todos.
Esta película no es peor que la de nuestro buen Antoine Fuqua, pero como se dice en el cine, quien da primero da dos veces (y me excuso por el tópico). Me sorprendieron esos primeros cuarenta minutos, sonre todo por el surgimiento de un ersonaje que resulta de lo más genuino, el simpático guía del tour por la Casa Blanca. Emmerich siempre ha pecado de exceso en sus películas y de una molesta simpleza en el tratamiento emocional de los personajes, pero no caben dudas en cuanto su maestria para el espectáculo (aunque sea un poco hueco, las escenas de destrucción en 2012 siguen siendo fabulosas). Independence Day es una de sus peores obras (no resiste dos visiones y créanme, la he analizado mas dé´una vez) y la más taquillera. Y sin embargo, esta historia de una Casa Blanca tomada desde dentro es mucho mejor como película, aunque el fiasco en taquilla parece definitivo (habrá que esperar a ver si la rescata la recaudación internacional). No llega a la altura de El Día de Mañana (quizá su film más efectivo y efectista) pero sí consigue cierto equilibrio en esa primera hora. Luego, todo se derrumba en base de un argumento ya manido en lo que el poder por encima del poder solo mira los beneficios.