La vida de Craig Schwartz está llegando al final de un ciclo. Craig es un marionetista callejero con un gran talento, pero él tiene la impresión de que su vida carece de sentido. Nueva York ha cambiado mucho y la gente no le presta mucha atención. Lleva diez años casado con Lotte, que trabaja en una tienda de animales y está obsesionada con su trabajo. Él consigue encontrar trabajo en la planta 7'5 del edificio Mertin-Flemmer de Manhattan, donde encuentra una pequeña puerta que le permite el acceso a un pasillo secreto que le aspira y que le permite acceder al cerebro de John Malkovich.
Una película arriesgada y compleja, la tachan de rara pero absolutamente nada que ver, es una película muy sincera y honesta. Es una metáfora de principio a fin, todos nos reflejamos en un ideal en ocasiones, "ser como" esa persona que tanto admiramos y que tan lejos sentimos, creer que merecemos algo más y que nuestro trabajo no nos recompensa, la vida misma no lo hace y a su vez explica por qué es tan grande el cine, el deporte, los libros, la música... Un método de evasión, ver el mundo a través de los ojos de otro, y después de eso, como la película misma representa, te estampas en una cuneta, vuelves al choque que es la realidad, te ves en esa cuneta y quieres más. Es adictivo el hecho de sentirte un rockstar por un rato, un héroe de leyenda o un hechicero. El guión es sumamente inteligente, Charlie Kaufman siempre regala reflexiones metafísicas de lo que el "yo" significa y de nuestros sentimientos reprimidos. Otra lectura interesante del subtexto es la representación de un matrimonio con hijos donde la pareja se va dividiendo a medida que la mujer presta plena atención al hijo, ya que nuestro protagonista vive con su mujer la cual quiere y cuida más a su chimpancé que a él. Y fuera de esa casa, caótica y llena de animales, encuentra a una mujer de la que se enamora, una válvula de escape de su corrosiva existencia, pero las cosas del amor a veces no funcionan como uno espera, y al pobre titiritero no le queda de otra que soñar y plasmar sus deseos en sus muñecos. Es teatro en vida, es Spike Jonze dirigiendo con mucha pasión, con escenarios brillantes y con personajes maravillosos, un ritmo trepidante que no cesa y donde estás a la espera de la siguiente genialidad, las bromas y el humor también funcionan muy bien y no decaen en chistes baratos, y sobre todo Kaufman trazando un guión perfecto y muy inteligente, íntimo y que lleva a la reflexión, lleno de brillantes metáforas donde el director y él le dan la vuelta a toda la estética y crees que estás viendo una cosa pero no.
Muy recomendada, una película inentendiblemente criticada, Spike Jonze y Kaufman nos ofrecen una obra inteligente y que no se la da mascada al público.
El casting está genial, y la historia es buena, engancha, la narrativa es fluida y no busca aleccionar. Pero sin duda el guión es lo mejor.