La película, dirigida por Shawn Levy, tiene un arranque un poco soso, pese a la presencia de actores de la talla de John Goodman y Will Ferrell. Pero cuando los protagonistas realizan su entrevista con Google, por hangout (vídeo conferencia) en una biblioteca pública llena de niños, la película explota, se llena de energía y los gags se suceden sin dar tregua, y no solo por parte de la pareja protagonista, si no por todos los personajes pintorescos que irán apareciendo en pantalla. Vale que casi toda la gracia se base en mostrarnos a dos peces fuera del agua, moviéndose en un medio que les es extraño, simple y trillado, pero no deja de ser divertido.
El guion, escrito por Vince Vaughn y Jared Stern, dibuja cada personaje de una manera precisa, aunque algo estereotipada y exagerada, los dos cuarentones completamente ajenos a la tecnología, el chico lleno de inseguridades y presionado por una madre autoritaria que siempre le exige ser el mejor, la joven alegre e inteligente que nunca ha tenido novio o el joven cínico que prefiere refugiarse en su móvil en lugar de disfrutar lo que la vida puede ofrecerle. A todos les veremos evolucionar a lo largo del verano e intercambiar experiencias y aprender los unos de los otros, los cuarentones conseguirán ponerse al día con la tecnología y los chicos aprenderán alguna lección sobre la vida. La aventura de verano en Google es sólo la excusa para reflexionar sobre los retos del envejecimiento, la importancia de tomar riesgos y la necesidad de adaptarse en un mundo en cambio constante. En ese punto, la película resulta sólida y eficaz.
Los becarios muestra la cultura Google como si fuera el paraíso de los nerds, la Ciudad Esmeralda y Disneylandia todo a la vez. Es la glorificación de Google como empresa de éxito, un sitio que hace del mundo un lugar mejor, algo que se muestra sin ironía, lo que me hace pensar hasta qué punto ha contribuido Google en la producción de la película. Su sede en California es retratada como un recinto de culto, donde hay toboganes en lugar de escaleras, todo es gratis en la cafetería, hay bicicletas de colores para moverse por el campus y todo el mundo llevaba gorros de colores y camisetas con los colores corporativos. Un lugar que para un informático en paro, como yo, resulta cruel por lo que supone de choque cultural con la mentalidad empresarial española.
La excepcional química entre Vaughn y Wilson es lo mejor de la película, pero también podéis disfrutar de divertidos cameos como el del propio director, Shawn Levy, o el de Sergey Brin (co fundador de Google). En general, es una película agradable con la que pasareis un rato divertido, suficiente para una calurosa tarde de verano.