Crítica de SensaCine.com para La mula: Mula apaleada

La mula es una película sin director (o director anónimo, como han querido rotular de manera eufemística en los títulos de crédito del filme) y también es una película sin alma. Junto a Manolete, es el largometraje más desastroso de la historia del cine español. Para empezar, su director, Michael Radford, dejó plantado al equipo cuatro días antes de finalizar el rodaje por un conflicto con la productora porque, según alegó en su día, ésta no había pagado los seguros obligatorios del rodaje; y a ello le siguió un constante ir y venir de querellas y tribunales, amén de una serie de trabas del Instituto de Ciencias y Artes Audiovisuales que provocaron que el proyecto se demorara hasta cuatro años.

Sea como fuere, llega a nuestras pantallas muy lastrada por ese continuo de decisiones equivocadas. La mula cuenta la historia de un mulero que en los últimos días de la Guerra Civil descubre el valor de la dignidad. Quién sabe si la historia caló tan profundamente a Radford como para descubrir la suya propia, pero está claro que abandonó a su suerte un metraje que no ha podido ser salvado con esa henchura de honor de la que hace gala la moraleja de la historia. Hay detalles interesantes en el filme, desde el poco romanticismo con el que se presentan los personajes, la honestidad a la hora de enseñar el egoísmo, el interés y la picaresca de ciertas situaciones, la textura bruta y basta con la que se ha filmado; pero no son suficientes para levantarlo. La mula es un gran ejemplo de cómo un mal montaje es capaz de estropearlo todo, de cómo una banda sonora chirría en vez de acompañar y de cómo se puede quitar lustre a unos intérpretes que otorgan cuerpo y hondura a un proyecto en el que creen. Nada divierte en esta pobre historia tan golpeada como una mula de carga. Más bien da pena.

A favor: Mario Casas y María Valverde, aunque esté un poco sobreactuada en su papel de niña bien cordobesa de pueblo.

En contra:Casi todo.