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    Steve Jobs
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    Steve Jobs

    Retrato en tres actos

    por Israel Paredes

    Atendiendo solo a sus guiones para cine, Steve Jobs, junto a La red social y Moneyball, supone la tercera pieza de una, por ahora, trilogía por parte de Aaron Sorkin alrededor de temas económicos y del capitalismo actual desde tres perspectivas muy diferentes en su acercamiento y que, además, han sido dirigidas por tres cineastas muy diferentes entre sí. La primera diferencia entre las películas de David Fincher y Bennett Miller y la dirigida por Danny Boyle se encuentra en que el estilo visual de aquellos se imponía, es decir, ambas películas resultaban reconocibles como obras de sus directores, mientras que Steve Jobs, aunque la huella de Boyle esté presente, lo hace de forma mucho más intermitente que en el resto de sus obras, con un  mayor control en sus excesos visuales que acaba operando de manera positiva para la película.

    Steve Jobs no es un biopic sobre el personaje, interpretado por Michael Fassbender, es más un retrato impresionista en tres partes o bloques alrededor de tres de sus más importantes presentaciones, separados entre sí por montajes de archivo que cubre el marco temporal que transcurre entre una parte y otra. La primera parte comienza en 1984, cuando Jobs se prepara en San Francisco para presentar el primer Macintosh; la segunda en 1989, después de su despido, momento en el que prepara la presentación del NeXT, su caja negra que, en realidad, escondía una estrategia para regresar a la compañía; y, finalmente, una tercera parte a finales de los noventa con la presentación de IMAC bajo el famoso lema “Think Different”. Cada parte, a su vez, se organiza mediante largas conversaciones entre Jobs y sus colaboradores más cercanos Steve Wozniak (Seth Rogen), John Sculley (Jedff Daniels) y Andy Hertzfeld (Michael Stuhlbarg), de manera intermitente con la madre de su hija, Chrisann Brennan (Katherine Waterston) y, finalmente, y lo más importante, con Lisa Jobs (Makenzie Moss, Ripley Sobo y Perla Haney-Jardine), su hija. Con la presencia constante de Joanna Hoffman (Kate Winslet), encargada de marketing.

    Sorkin/Boyle plantean la película mediante una constante dialéctica que va revelando a un Jobs en diferentes esferas de su vida, creando un retrato ambiguo y complejo de un hombre que, según los responsables de la película, adoraba la tecnología al carecer ésta de la imperfección de las personas, con quien tenía una clara imposibilidad de comunicarse. Y en esa distancia con respecto a los demás, alentada además por un ego descomunal, es donde Steve Jobs busca incidir en el personaje, centrándose siempre en los momentos previos a las presentaciones, cortando bruscamente cuando éstas van a dar inicio, dejando claro que es en la faceta más personal en la que desean centrarse los responsables de la película. Incluso en la secuencia final, puro Boyle, sonando Grew Up At Midnight de The Maccabees importa más la mirada de la hija de Jobs que los aplausos triunfales que se escuchan de fondo.

    Voluntariamente abrupta, excesiva, histérica y asentada en una verborrea incesante, Steve Jobs parece una película confeccionada para incomodar, casi para molestar, al espectador, no permitiendo ni un momento de descanso a lo largo de sus dos horas de duración con su acumulación de conversaciones y situaciones. Y aunque la modulación del ritmo está muy medida buscando en cada instante transmitir unas sensaciones precisas, la percepción es la de estar ante un relato que avanza sin pausa, que acumula ideas y emociones ya sea mediante momentos de relajada conversación o a través de unos rápidos montajes en los que Boyle debe ajustar su estilo al guion de Sorkin, quien presenta a los personajes en continuo movimiento incluso cuando están en una espacio reducido. Y en los márgenes de este retrato impresionista de Jobs, la película nos muestra, no sin cierta ironía, la absurdidad de sus presentaciones mesiánicas cuando atendemos a lo que sucede antes de ellas, viendo cómo los auditorios se llenan de “fieles” para simplemente ser testigos de la presentación del último invento de un hombre que quizá entendió mejor que nadie por donde se encaminaba la sociedad consumista del capitalismo de las últimas décadas, siendo Jobs uno de las cabezas más visibles de la misma. Y Sorkin cuestiona cómo un hombre, incapaz hasta mucho tiempo después, de relacionarse con su hija, y apenas con los demás, ha podido significar tanto para la sociedad actual. Y en qué papel queda ésta.

    A favor: Alejarse del biopic para entregar un retrato de Jobs que, aunque ambiguo y discutible, se abre en muchas direcciones. Y los actores en general y el guion de Sorkin.

    En contra: Que su intencionado tono histérico ocasionará bastante rechazo.

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