Un Padrino y su familia, exiliados y venidos a venos, con pérdida de todo su poder y de su impuesta supremacía pero sin abandonar un ápice de su poderío y su bravura; una comedia sátira e irónica propia de los hermanos Coen que se mantiene gracias a las fuertes y enérgicas interpretaciones de sus dos actores principales. Ambos, Robert de Niro y Michelle Pfeiffer sustentan toda esta historia que no necesita más que sus sólidos y firmes personajes y su no menos dinámico guión; son su mayor atractivo y todo lo demás es secundario, accesorio. Producido por el propio Scorsese, es un tipo de diversión de lectura, racional pero no emotivo; captas el sarcasmo de las escenas, el humor del diálogo, la reticencia de la vida de unos individuos que estallan su inevitable rebeldía, el retintín de su no-entendida supervivencia, su manifiesta violencia no permitida pero..., no causa la diversión esperada, no te ríes a carcajadas -ni siquiera una mínima risa natural-. Es poco efectiva de cara a la sensibilidad del espectador, tu corazón y alma no estalla de ánimo y delirio ante las escenas visionadas; está más pensada para un humor pensativo, reflexivo que se digiere de forma consciente -todo razonablemente entendido- que para la espontaneidad imprevisible. No te arrepientes de su elección, gusta en términos generales pero..., dado el elenco de actores, el guión y todo su envoltorio..., debería causar más impacto, más huella en el público asistente. Una media de aprobado, pasable que no llega a estupendo ni se acerca; que te valga, que te conformes depende de ti!