El Heist francés
por Israel ParedesEl cine francés cuenta con una larga trayectoria en el subgénero dentro del policíaco del cine de robos y atracos. Rififi, El círculo rojo, Gran jugada en la costa azul, El confidente, No toques la pasta, Bob el jugador, El pequeño ladrón, Max el chatarrero... son sólo algunos de los títulos que han operado, de una manera u otra, con mayor o menor énfasis, en dicho terreno. The Last Diamond, a este respecto, es una continuación de dicha tradición. Eric Barbier, su director, no había vuelto a trabajar desde 2006, cuando realizó el interesante y elegante thriller La serpiente protagonizada también por Yvan Attal, a quien en esta ocasión se añade en el rol femenino protagónico la siempre excelente Bérénice Bejo.
El planteamiento narrativo de The Last Diamond es sumamente sencillo. Barbier juega con los arquetipos del género y con los personajes, y un desarrollo para los mismos, sin intentar innovar ni revisitar el género para hallar nuevas formas narrativas dentro del mismo. Desde el comienzo el cineasta deja claro, al introducirnos durante los títulos de crédito en el robo de la habitación de un hotel en el que no falta cierto toque de humor, que su intención última con la película es dar forma a un entretenimiento puro y duro. Los personajes, a pesar de cargar con un pasado conflictivo que apenas acaba importando, son meras figuras con las que Barbier juega en un entramado narrativo confeccionando desde su guión con total claridad. Sin apenas vueltas de tuerca ni sorpresas innecesarias de última hora, la película no juega con el espectador, no oculta más que un par de datos pero que no alteran en absoluto su desarrollo, el cual es dinámico, con un ritmo excelente y sin apenas descanso para que el espectador pueda pensar en algo más que no sea la mera acción en pantalla.
Si otras obras de este subgénero partían del mismo para elaborar algún tipo de discurso, no es el caso de The Last Diamond. Lo bueno es que Barbier no engaña a este respecto. Su nueva película fluye de principio a fin siguiendo a la perfección una cierta estructuración que se adecua a lo que podemos esperar de una película como The Last Diamond: un juego narrativo en el que la pericia y la inteligencia de la confección del robo ocupa una gran parte del metraje, seguido por la consecución del mismo y, por último, por un cierre a los acontecimientos en el que todos más o menos salen ganando.
Con La serpiente Barbier demostró su capacidad para dar forma a una puesta en escena tan elegante como funcional, algo que se hace aún más patente en The Last Diamond. Pero en ambos casos también queda clara su efectividad, basándose en una puesta en escena sencilla y directa, con una tenue fotografía y una música de ecos jazzísticos que recuerdan, y no poco, a otras películas del género hacia las que Barbier mira de reojo pero sin caer en la referencia directa, tan sólo usando sus elementos para introducirse dentro de él de manera convincente. Consiguiéndolo incluso gratamente, porque aunque The Last Diamond no vaya a aportar nada, o casi nada, al cine reciente de acción, sí logra alzarse como un elegante y digno entretenimiento que hace de su total falta de pretensiones una de sus armas más importantes. Cierto es que carece de esa retórica referencial o discursiva que impregna en exceso a cierto cine de género actual (y, al ser francesa, el peligro era todavía mayor), tan sólo apostando por mantener al espectador entretenido durante aproximadamente cien minutos. No es demasiado, sin duda, pero sí suficiente dado el resultado en conjunto de la película.
A favor: Attal y Bejo y el ritmo sin pausa que Barbier imprime a la narración.
En contra: Que los personajes apenas están elaborados y acaban resultando demasiado arquetípicos.