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    La entrega
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    La entrega

    Elegante y distante neo-noir

    por Quim Casas

    El segundo filme del realizador belga Michael R. Roskam tras Bullhead (2011) ya está rodado bajo pabellón estadounidense. Cuenta con algunos “valores añadidos” –tratarse de una nueva adaptación de una historia escrita por Denis Lehane (esta vez un relato corto), ser la interpretación póstuma de James Gandolfini y presentar otro registro del actual actor de las mil caras, Tom Hardy–, que pueden hacer perder de vista la tan práctica como estilizada puesta en escena del director y su adscripción a las nuevas formas del neo-noir.

    Esta puesta en escena, aparentemente sencilla pero muy meticulosa y elegante, de ajustados movimientos de cámara y excelente composición visual en formato panorámico, envuelve a los personajes y crea el justo y mesurado clima de tensión un poco como, con un estilo más tenso, podían hacerlo en los años cincuenta, sesenta y primeros setenta los cineastas que integraron la denominada generación de la violencia (principalmente Richard Fleischer, Robert Aldrich y Don Siegel, antes que el más beligerante Sam Fuller o el romántico Nicholas Ray).

    Siendo una película violenta, o de una violencia en progresión, esta se materializa antes en las secuencias sin acción, tiroteos o fuerza bruta. Es más un thriller de tensión que de reacción que describe tanto a algunos personajes atípicos como el mundo de los bares de barrio neoyorquinos que sirven para las entregas de dinero mafioso que da título al filme, dinero blanqueado de la manera más limpia y simple posible.

    Pueden percibirse algunos ecos de títulos contemporáneos como Mátalos suavemente, presencia cansada de Gandolfini al margen, en esta reescritura del thriller, policíaco o film noir –las tres definiciones le van como anillo al dedo al filme de Roskam– bien aplicada a la mezcla de clasicismo y pos-modernidad que registra el género en los últimos años. Es una película tan comedida que puede pasar como un título discreto, sin demasiadas ambiciones; tan ajustada que su falta de “grandes momentos” a lo Mann o Fuqua puede jugar en su contra y se lo considere un producto algo descafeinado o muy por debajo de lo logrado por James Gray, por ejemplo, en el thriller melodramático. Craso error. En buena parte del metraje de La entrega (The Drop) late una tensión soterrada, un regreso al realismo del policíaco, la mezcla de violencia y cotidianidad, de relato visible y emoción distante.

    A favor: Su elegante puesta en escena, la tensión sin artificio y el trabajo de Tom Hardy.

    En contra: Que la van a comparar con muchos otros thrillers contemporáneos y va a salir perdiendo sin razón.

     

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