Steven Spielberg demuestra una vez más que es uno de los mejores directores que nos ha regalado el séptimo arte. Después de demostrar que sabe dominar la ciencia ficción y el cine de aventuras ("Tiburón" o "En busca del arca perdida), nos brinda una gran obra con un alto grado de dramatismo histórico y personal, y con ciertas notas de humor muy correctas y sin caer en lo absurdo. Una historia imparcial que no se coloca en ninguno de los dos bandos que conlleva el racismo americano, tan solo muestra la forma de ver el mundo de un número de mujeres que sufren, tanto la discriminación externa por parte de los "blancos", como la humillación de los que poseen su propio color.
Tras una dirección incorregible y un guión conmovedor y duro, se exponen una serie de interpretaciones inolvidables. Whoopie Goldberg hace la mejor actuación de su carrera (sin olvidarnos de sus excelentes trabajos en "Ghost" y "Sister Act") como la sumisa Celie que sufre el maltrato del pasado acentuado por el presente esclavizada causado por su esposo. Pese a que su personaje habla poco, la actriz transmite con la mirada y los gestos, todo los sentimientos que se producen en su interior. Danny Glover también ofrece una gran labor interpretando al marido de mentalidad antigua y machista. Un personaje que produce rechazo y que, Glover, sabe dominar correctamente. Margaret Avery está espléndida en el papel de estrella alcohólica que, con la ayuda de Celie, se convierte en una mujer moderna y se gana la vida cantando. Hace el papel más carismático y completo del film. Oprah Winfrey nos aporta el humor y, a la vez, el máximo dramatismo con su Sofía, una mujer con carácter que no se dejará dominar por los hombres, aunque es vencida por la ley cumpliendo la mejor actuación secundaria.
También sobresale en los aspectos técnicos que, aunque no son necesarios, su aportación agranda más aún a la película. Con una banda sonora llevando a Quincy Jones a la cabeza, los campos de flores púrpuras son dotados con esperanza e inspiración. Las canciones originales interpretadas por Avery son la guinda perfecta para crear un clima de soul. La fotografía y la dirección de arte representan la belleza visual de unas tierras llena de matices alegres en exteriores verdes, aunque tristes y oscuros en los interiores de los hogares. Y un diseño de vestuario correcto y creíble.
Es difícil encontrar fallos a una de esas películas únicas, repletas de emoción y con un espíritu tan limpio y de buenas intenciones (siempre obviando el interesado factor económico) que te cala hondo.
NOTA: 10/10