Los corredores del laberinto
por Marcos GandíaExplicaba, con su locuacidad en modo acalorado, Jack Black cuando se presentaban las primeras imágenes de Jumanji: Bienvenidos a la jungla el pasado mes de junio en la CineEurope, que en el origen de esta tardía secuela (sí: es una segunda parte) se encontraba un material con más de veinte años de antigüedad. Se refería a los guiones que el mítico John Hughes había escrito para la Columbia a mediados de los 90.
El primero era la adaptación del libro ilustrado infantil y juvenil que era y es Jumanji, rechazado por la productora y finalmente escrito, entre otros, por el notable Jonathan Hensleigh. El segundo, una vez estrenada con rotundo éxito la película firmada por Joe Johnston, era el encargo de una rápida secuela que nunca se pudo llevar a cabo. Scott Rosenberg, por aquellos años un guionista en la cima (Beautiful Girls, Con Air), colaboró con Hughes en ese tratamiento y es quien ha mantenido la llama de esta continuación jumanjiana, aunque finalmente haya visto como su libreto ha sido reescrito por dos noveles millenials. Aun así, Jumanji: Bienvenidos a la jungla respira por sus poros aventureros lo que habría sido ver una continuación de la inicial Jumanji en 1997 o 1998: la acción es totalmente noventera (esas escenas con motoristas que se dirían sacadas de la reinterpretación madmaxiana de clásicos bis 90s como Juego de supervivencia), las relaciones de los personajes son como en la comedia teenager (aunque, esa es la gracia, corporeizada vía avatares, en adultos), hay mucho de buddy movie y mucho del actioner tardío de John Badham o del mismísimo Indiana Jones que dejara en los 80 todo ya escrito al respecto. Secuela que salta de los 90 al 2017 con un guiño entrañable al propio John Hughes y El club de los cinco, el film dirigido por Jake Kasdan se salta (para bien) las reglas del cine videojugable y de las franquicias juveniles distópicas como El corredor del laberinto, para regalarnos un non stop de réplicas divertidas, villanos de dibujos animados y una adorable, muy cómplice, referencia a lo que en los años 90 hacía Stephen Sommers (el tramo final selvático es un calco del trecho final hasta la pirámide en El regreso de la momia) y un festival de Dwayne “The Rock” Johnson donde no solamente se ríe de él mismo, sino que bendice con cariño infinito a los forzudos y golpiseros de hace ya dos o tres décadas. Tan entretenida y gayer (que Jack Black tenga una erección tras darse el filete con Nick Jonas ennoblece la película y la diferencia de otros productos mainstream familiares) como las aventis de la Cannon, lo que ya es un plus.
A favor: Su sentido del humor y de la aventura.
En contra: No salen monos y sí Nick Jonas. Mal.