Crítica de SensaCine.com para Arraianos: La encarnación de un mito

La mística de la frontera, el misterio de los espacios entre dos tierras: Arraianos, el segundo largometraje del gallego Eloy Enciso, se adentra en un tierra en suspensión, en un lugar llamado "A Raia", situado a medio camino entre Galicia y Portugal, y que, como casi todos los lugares que no pertenecen ni a un lado ni al otro, ni aquí ni allá, parecen existir más allá del espacio y del tiempo. Enciso tardó al menos tres años en terminar un largometraje que nació con una clarísima referencia al trabajo de los Straub: tomando un texto del autor teatral gallego Jenaro Marinhas del Valle escrito en 1977, compartió tiempo y rodaje con un grupo de teatro amateur de una aldea de la zona, buscando escenificar algo parecido a un relato, mientras exploraba la rigidez del recitado straubiano, la dureza de la actuación menos naturalista posible. De aquel primer rodaje nació una película que nunca vió la luz, y que hizo posible un segundo rodaje con el que Enciso multiplicó y amplió la película primera. La obra de teatro, que estuvo en el corazón del proyecto, se convirtió en el trampolín a una exploración audiovisual (audio y visual, es importante) del misterio de una zona en la que el mito se esconde tras los paisajes, y la lengua no solo es transmisor, sino también roca tallada, memoria viva, materia bruta en desaparición.

Especialmente fascinante resulta el tratamiento que Arraianos aplica sobre la sonoridad de la lengua gallega, que termina por convertirse, junto con un paisaje retratado casi como espacio imaginario, en la auténtica protagonista de la película. Un lenguaje que no es solo herramienta de transmisión y conocimiento, sino como entes matéricos, piezas sonoras, casi físicas. La palabra como materia, y la película como vía para la reivindicación de un idioma y una sonoridad.

Algunos verán Arraianos como un documental sobre una zona olvidada, otros le aplicarán el rasero periodístico en busca de datos, explicaciones y objetividad. Ambos estarán equivocados, porque Arraianos es más una película de frontera, un western inmóvil que contiene en su interior un viaje por lo mítico que se esconde tras lo visible, una exploración de la frontera como espacio en el que pueden convivir el misterio y lo real, lo inventado y lo soñado, lo matérico y lo espiritual. Como pocas otras películas, Arraianos arranca en lo palpable para ir introduciendo al espectador en un mundo que no se sabe si es imaginado, literario, o soñado, pesadillesco o mágico, y en el que se mezcla la exploración más terrenal de un modo de vida en desaparición y la encarnación de un mito.

A favor: La singularidad ejemplar de una película deslumbrante, y la apuesta de su distribuidora por conseguir un estreno simultáneo en salas, VOD y DVD.

En contra: Nada.