"El club de la lucha" es una cinta con un guión donde lo más destacable es la parte de la narración. Una narración contada por el protagonista donde podemos ver con gran claridad la facilidad que nos están contando. Delicadamente extrovertida y sin ningún tipo de tapujos a la hora de decir palabras claras y concisas. Decoradas por imágenes de violencia, con una visión diferente de la violencia. Y es que, a pesar de que se ve bastante destrucción, es una violencia con significado. Desde el principio hasta el final del film, podemos observar una gran crítica hacía la sociedad. Mostrando un mensaje potente, eficaz y verídico cien por cien. Un mensaje que pocas películas saben mostrarlo de esta manera. De una manera tan especial. Y no solo está esa narración y ese mensaje, sino las grandes sorpresas que nos tiene preparadas este film.
El apartado técnico es muy destacable. En todo momento se palpa ese aura de decadencia y oscuridad que tanto gusta al director. No tan marcada como en "Seven", pero está ahí. Quizá en este caso más en el plano psicológico que en el artístico. La banda sonora es más que acorde y propicia. Un guión perfecto dotado por una narración sensacional y sublime. Con un mensaje que consigue transmitirlo perfectamente y de una manera única. La fotografía es una maravilla y el uso de enfoques, diferentes planos y ritmos de montaje es sublime. Mención especial al autoguiño que se hace la propia película al final añadiendo el fotograma de una película porno. Solo entendible para quien haya estado atento a la historia. Son detalles, en principio intrascendentes, que engrandecen la combinación de trabajo y genialidad que hay detrás del filme.
David Fincher nos trae una película revolucionaria, cuyo centro gravitatorio gira en torno a una profunda crítica al modo de vida propio del sistema capitalista, además de azotar disimuladamente al fuerte papel religioso existente en USA. Los empleos autómatas con sus mentiras y números, el imperio de las multinacionales con su marketing y engaño, la casa y el coche con su poder de ordenación, Dios con sus normas. Todo a la hoguera, a las llamas. Fincher, uno de los mejores cineasta de la última generación, se consagraba en el escaparate cinematográfico con una cinta original, transgresora y estrambótica, que nos metía de lleno en el pellejo de Jack, un autómata oficinista, sufridor de insomnio y atormentado por una gris existencia de la que sólo logra escapar mediante sus visitas diarias a las charlas de enfermos terminales. Ese es Jack, sin conocer a Tyler Durden. Cuando éste aparezca en su vida, todo cambiará, para bien o mal, pero cambiará. Por fin, se sentirá liberado de su vida de esclavo. Puede que a alguien le parezca tramposa, pedante y repetitiva. De tan sencilla que es, puede llevar al equívoco. El discurso es simple, pero radical: ante la obediencia sumisa, la violencia autodestructiva. Cambiar el rumbo de nuestras vidas a base de puñetazos, sangre y explosiones.
Las actuaciones son sublimes. Empezando por un convincente Brad Pitt, convertido en un "engendro" calculador y manipulador, sencillamente cuando leí la novela y después lo ví personificar a Tyler Durden, me quede perplejo, porque es tal cual me lo había imaginado. Y ni que decir de un brillante Edward Norton, sencillamente es perfecto como el incomprendido Jack y cuando su voz en "Off" sale a la luz, es casi impagable. Helena Bonham Carter brilla como estrella en el firmamento. Se luce como Marla. Por ahí también se dejan ver algunas figuras de la música, me refiero al veterano Meat Loaf y a Jared Leto, quienes también se destacan entre los actores de soporte.
En definitiva, esta película es locura desenfrenada. Es la destrucción del yo colectivo. Es una concatenación de personajes abrumadoramente rotos que tratan de hacerse un hueco en esta sociedad consumista y ridícula trastocando las bases mismas de la jerarquía social. Es una proyección de nuestras propias vidas, representadas a través de la figura del narrador, un ser atrozmente mundano que no se siente a gusto en una sociedad controlada. Criticando la violencia y hasta donde ésta puede arrastrarnos, exhibe lo que al principio parece una trama sencilla basada en un club de lucha clandestino, transformándose en un análisis súper introspectivo de la psique del protagonista sin nombre y en la de los demás personajes. Nos desvela la decadencia emocional y física de la raza humana hasta un extremo considerablemente explícito, jugando con la cuarta pared de forma elegante.