Estudio en escarlata comunista
por Suso AiraEs curioso cómo se asemejan (y difieren) las carreras, todavía incipientes, de dos realizadores escandinavos como Baltasar Kormákur y este Daniel Espinosa que estrena ahora su último trabajo entre nosotros. Descubiertos ambos en el ámbito del thriller nórdico (Kormákur con la recia Contraband y Espinosa con la westlakeiana Dinero fácil), dieron el salto a Hollywood con presteza… y con Denzel Washington de nexo común (Kormákur remakeando su film previo y luego ya en terrenos de tebeo, 2 guns, o de superproducción de prestigio, Everest; Espinosa con un competente El invitado).
A partir de aquí, Baltasar Kormákur parece haber asumido un rol de artesano nada problemático con respecto a la industria y las estrellas made in USA, mientras que Espinosa sigue fiel a sus intereses aun manufacturando productos de encargo. El niño 44, un encargo con todas las de la ley (reparto estelar, orígenes en un best seller literario incontestable, hechuras de gran producción…), no se aleja de los temas e ítems que a Espinosa más le ponen: la dualidad entre el Bien y el Mal, el peso del poder político y económico a la hora de construir y delimitar la moral colectiva… ¿Ha sido esto la razón del estrepitoso fracaso en la taquilla norteamericana? Ni idea. Puede que resulte incómodo para el espectador yanqui el que un relato sobre el cerco a un asesino de niños en la Unión Soviética de los años de plomo asemeje el espejo en el que la propia sociedad estadounidense (igual de autoritaria e igual de dispuesta al sacrificio y la ocultación de eso llamado mal menor) pueda reconocerse.
Preservar un modelo social a base la ocultación de la verdad, la tergiversación y el mirar hacia otro lado. Un discurso incómodo en el que abunda el film, acaso sin explotar al máximo su virulencia, pero nunca por encima de la canónica crónica criminal. Personalmente, creo que lo que ha provocado la indiferencia general hacia El niño 44 es su asumida condición de película fuera de las modas actuales. Son malos tiempos para la lírica que mira antes en El círculo del poder de Konchalovsky o en Ciudadano X que en True detective.
A favor: El duelo entre Tom Hardy y Gary Oldman.
En contra: Da por sentado que el público medio conoce el background histórico.