"Sólo Dios perdona" a este río perdido pues de él nace, en él se inspira y por su recuerdo fallece.
Un actor más -y la lista empieza a ser larga- que se pasa a dirigir la interpretación que, hasta entonces, era su arte y morada, que aburrido, y a la espera entre película y película, decide poner su creativa imaginación al servicio de la pluma dejando volar su fantasía hacia cuotas sin freno que buscan el colofón final del fotograma, lanzarse sin paracaídas protector a un terreno complicado de aterrizar, de hacer pie, de manejar y, aún más difícil, de hacerlo todo con esmero.
Ryan Gosling escribe, dirige, produce esta fábula de David contra Goliat, de ovejas contra lienas que merodean en busca de sangre y carnaza, que anhelan devorar a sus víctimas hasta el último aliento, sometimiento del más fuerte contra el ciudadano que sobrevivie a duras penas siendo lo que más luce, brilla y emociona la estética y fotografía, y lo que menos destaca y asombra, la dirección y su historia.
Le otorgas 45 minutos de tu interés y curiosidad para saber qué te quiere contar, descubrir dónde te quiere llevar porque la presentación artística es absorbente, atractiva y de gran encontronazo, deslumbrante colorido intermitente en un mar de miseria bestial de una ciudad abandonada a su suerte donde la pobreza, delincuencia y apatía hacen el agosto cada día, supervivencia dura y cruel de una madre con dos hijos sometida al caballo de Troya, caprichoso y desmedido, de quien tiene el dinero y el poder, choque seductor de imágenes de esperanza, compañía, amistad junto con la lucha mezquina de esos lobos al acecho que lo roban y destruyen todo, pausa melancólica de maratón lento, agónico y música acompasada para una mirada catatónica, abatida y sonámbula de huida constante por no ser atrapada por la desidia y el desespero de una Detroit dejada a su muerte, mucho surrealismo simbólico para expresar, con lánguidez y desaliento, las palabras que el guión olvida en una representación teatral y metafórica de lectura profunda y loable de la sociedad..., pero toda esta maravilla visual que captura y atrapa con estilo al ritmo de su feroz, singular y esquiva andadura sólo da para mantener tu atención los tres cuartos referidos anteriormente, para fugaz exhibición poética de una realidad oscura sin mucha habilidad en las formas porque, para entonces, la falta de consistencia, de destino, de mensaje, de habla con sed que te mantenga despierto y sediento, al vuelo, apagan tu motivación y surgen la distancia y la desgana pues todo el circo y fanfarria no sirven de nada sin un relato con contenido e ideas claras de lo que se quiere narrar.
Este firme actor londinense, en su primer rodaje, se atreve a tirarse de cabeza a la piscina, sin prevención ni salvavidas, pero sólo ofrece agua a mansalva y chapoteo continuo que, al principio, entretienen pero, con el tiempo, resultan insuficiente, su criterio se desvanece y se pierde en su propio mareo, intenta ser experto en una técnica que no controla, tiene buenos referentes de modelo soñado pero, debido a su inmadurez en su nuevo trabajo, se dedica a floja copia, incluso un corte y pega, que decora el espectáculo pero anula el deseo de conocimiento ya que su estrafalario cuadro, cuidado con extremo detalle en cada punto, da para visita turística de observar por fisgar pero resulta en exceso pretencioso en su altivez pues absorbe de quienes admira sin lograr despuntar la originalidad de su propia cosecha; evidencia, no culpable, de ser primerizo que, con el tiempo y experiencia, madurará aunque, por ahora, es desmadre caótico que no va a ninguna parte.
Buena esencia que no sabe encontrar desarrollo, coreografiía de números impactantes sin melodía acorde que suscite apetencia de acompañamiento, láminas divergentes que, simplemente, se exponen pero pierden eficacia en la travesía ya que la conducción es desatinada y nos satisface, habrá que esperar a nuevas ideas y empeños de este novato, voluntario artífice en el arte del ojo tras la cámara, lo visto sólo es imitación mix de diversos autores.
Prevención para visitantes ingenuos que busquen acople lógico, cuerdo y racional pues es discurso idealista para enamorados de lo estrambótico, lo enrevesado y lo discordante confeccionando un telar llamativo y particular que mecanografía sus señales en morse para ser reveladas e interpretadas por cada cual.
Aunque no acierte plenamente en el intento, se acepta el esfuerzo.